Días atrás comenté por enésima vez la cuestión del tránsito vehicular en nuestro país, caracterizado tanto por el desorden y el caos imperantes, como por la impunidad y la lenidad con que se trata el tema en las instancias policiales y judiciales.

He recibido varios comentarios de acuerdos y desacuerdos con mis pareceres.

Eso es bueno, porque revela que a la gente le interesa el asunto y mientras más opiniones se ofrezcan, más cerca estaremos de una mejoría.

Entre los aportes recibidos, reproduzco a continuación el del abogado y buen amigo doctor Hipólito Herrera, para que las autoridades lo tengan en cuenta a la hora de coger el toro por los cuernos en tan delicada cuestión.

“Estoy totalmente de acuerdo –dice- en que esto (violar la luz roja) debe ser severamente sancionado con multas y penas de prisión para sus violadores, pero esto tiene que ser debidamente reglamentado para evitar injusticias.

Me explico: una cosa es violar la luz entrando en la vía a toda velocidad y otra es el último de la línea en un giro a la izquierda que generalmente y en todas las ciudades del mundo puede cruzar en rojo sin causar perjuicio a nadie, pues habiendo doblado en verde la luz roja lo sorprende mientras gira.  

“En nuestro país, en un gobierno autoritario anterior, se sancionaba severamente la violación de la luz roja con dos días de prisión, y esto se hacía en violación a la Constitución, porque la ley no imponía penas de prisión por esa violación.   

“En la ciudad de Nueva York y otras urbes desarrolladas el último de la fila generalmente dobla en rojo sin ser sancionado, pues el cambio de luces lo sorprende después de iniciar el giro en verde, por la cantidad de carros que tiene por delante.”