Más allá

Más allá

Más allá

Es la chica de la sonrisa eterna. Siempre disponible, siempre positiva. A veces quiero tenerla cerca solo para contagiarme de su fuerza. Hoy me ha enseñado una lección diferente. Mirar más allá.

Ella está triste, muy triste. Ha tocado fondo y nadie alrededor supimos ver las señales, era más fácil ver siempre su alegría.

Ahora quiero estar a su lado y darle un poco de mi energía, que sepa que puede contar conmigo.

Y me doy cuenta que debemos mirar más allá en aquellas personas que amamos. No es meternos en su vida o un tema de control, hablo de verdadero interés.

¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? ¿Qué puedo hacer por ti? ¿Cómo fue tu día? ¿Tienes algún problema? Así sutilmente, sin agobiar, sin entromerte, solo verdadero interés. Y escuchar la respuesta, claro.

Nadie puede estar siempre bien y todos en alguna ocasión necesitamos una mano amiga. Pero en este espíritu universal de positivismo que nos rodea parece que estar mal o tener algún quebradero de cabeza no es posible.

Y tampoco se trata de estar todo el tiempo quejándose, esa es otra historia.

Lo que hoy quiero trasmitir es, primero, que debemos estar verdaderamente pendientes de aquellos a quienes queremos y detectar las señales de ayuda y, segundo, que no pasa nada si necesitamos esa ayuda o si no somos siempre felices y requerimos un empujoncito.

Al final, para eso estamos, para caminar juntos, tropezar, levantarnos, reir cuando toca, llorar cuando sea necesario porque definitivamente todo sabe mejor cuando lo haces en compañía.

No intentes ser perfecto o levantar muros de esas sonrisas eternas y abre las puertas, del mismo modo vigila con amor a quien amas para que cuando te necesite no te lo pida, tú se lo ofrezcas. Siempre hay que mirar más allá.



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