La Iglesia católica está enfrentando una de las peores crisis de su historia. Las acciones del pontífice se están convirtiendo en la profilaxis interna que necesita el clero para poder seguir siendo testigo del amor de Dios y referente moral para la humanidad.
Con la larga lista de malos ejemplos, se corre el riesgo de que los católicos del mundo entren también en crisis espiritual. No obstante, hay razones para mantener la fe:
1. La fe es en Dios, no en las personas
La fe del cristiano está puesta en Dios, no en los hombres. Quien guía a su Iglesia es su Espíritu Santo mediante seres humanos llenos de debilidades y miserias como el resto de los mortales.
El concepto de Iglesia Santa no se atribuye a la santidad de sus pastores, sino a Jesucristo, el fundador de una comunidad espiritual que se esfuerza por seguir su ejemplo. No obstante, en esa lucha está presente la condición humana con sus bondades y maldades.
2. Por cada mal ejemplo, hay miles de testimonios de bien.
Aunque el mal que cometen unos pocos haga un ruido estridente, hay miles de obispos y sacerdotes que están transformando familias y comunidades con su testimonio de vida y su compromiso social.
Muchos están inmolando sus vidas en defensa de los débiles, denunciando las injusticias y la corrupción, y cientos son perseguidos y asesinados.
Pese a los escándalos recientes, según análisis de la BBC, en Estados Unidos la Iglesia católica sigue siendo una de las instituciones más influyentes y un quinto de su población es practicante. Su obra social es imborrable. Es la huella del Padre expresada en misericordia, caridad y educación que hoy como ayer sigue transformando a las personas.
3. Las crisis son necesarias
La crisis actual dará paso a una iglesia más vigilante ante el comportamiento de sus líderes.
Permitirá reforzar sus normas y los procesos formativos que detecten instrumentalización y oportunismo de personas que se amparen en la Iglesia para cometer fechorías, para lo cual deberá afinar sus mecanismos de detección de esos casos desde el fortalecimiento de la participación de los fieles y su involucramiento en la preservación de una iglesia sana y confiable.
