Los tormentos de una media isla

Los tormentos de una media isla

Los tormentos de una media isla

Roberto Marcallé Abreu

El pasado 20 de febrero y en un editorial digno de ser recordado el periódico “Hoy” nos informó que en quince años, el número de dominicanos que abandonó definitivamente la República Dominicana “aumentó en un 50 por ciento”.

¿Deberían ocupar nuestras mentes estas desalentadoras noticias en la “Semana Mayor”? Años atrás, estos eran días de quietud y reflexión. La música predominante era la de los grandes maestros.

Las personas respetaban la liturgia religiosa. En calles y vecindarios reinaba un profundo silencio.

Una comparación con los tiempos presentes puede arrojar algunas conclusiones. Excesos de alcohol, riñas, drogas, velocidad suicida, ruido, accidentes, desenfreno, atracos, asesinatos. Son más relevantes las estadísticas mortuorias y hospitalarias que el ceremonial eclesiástico. Nada es como una vez fue.

El periódico “Hoy” nos acaba de ofrecer una encuesta que, por la fuerza de las circunstancias, debe hacernos pensar. Los números llaman la atención por el contraste con las “buenas nuevas” con que se nos atosiga por todos los medios de comunicación existentes.

Una cosa es describirnos un país maravilloso con las voces más convincentes y las imágenes más luminosas, otra es el sentir, el testimonio ciudadano.

Los barrios, parajes, autopistas y campos, despiertan cada mañana anegados en sangre. Los lamentos de madres y huérfanos hieren nuestros oídos.

El crimen se ha entronizado en la sociedad dominicana y su secuela crece indetenible. Se asesina y roba a simples transeúntes, a policías y pensionados, se sigue matando a mujeres, los cadáveres asoman de manera habitual en los lugares más impensados.

Los suicidios se incrementan hasta niveles jamás vistos.

La seguridad ya no existe. Los precios de los combustibles, del transporte, de los alimentos, de la medicinas, de la educación, de la ropa, de las diversiones y distracciones, de los repuestos, las viviendas, los alquileres alcanzan niveles de escándalo.

En la encuesta Gallup-Hoy, un promedio de 75.3 de las personas entrevistadas manifestaron que ahora hay más pobres que antes; o que existe similar cantidad de personas en esa condición social y económica.

En todo el país, a la demanda de que se aclaren crímenes y desapariciones irresueltos se suman las de electricidad, caminos vecinales, reparación de calles, rehabilitación de cañadas, edificación de puentes, vigilancia policial.

Joan Vargas, expresa en una nota publicada en EL DÍA que “la violencia durante un fin de semana de febrero dejó 18 muertos y 37 heridos”.

El economista José Rijo manifestó el 9 de marzo a Ubaldo Guzmán que el déficit del PBI en 2017 fue de 117 mil millones.

También en marzo se informó que la Policía decidió disminuir el “flujo de informaciones” sobre los casos de violencia.

Estos días, otrora sagrados, bien pueden utilizarse para meditar sobre el futuro mediato e inmediato que estamos construyendo y hacia cuáles misteriosos rumbos nos encaminamos quienes nacimos, por suerte o desgracia, en esta atormentada media isla.



Etiquetas

Noticias Relacionadas