Ya están definidos los principales candidatos para las venideras elecciones de 2016. Por las fuerzas del Gobierno se reafirma la candidatura del presidente Danilo Medina, mientras por la oposición se consolida el bloque alrededor de Luis Abinader Corona.

También se sabe el rosario de retos que habrá de abordar cada candidato si resulta ganador, comenzando con la inseguridad rampante en nuestra sociedad, que va desde los salarios de miseria que percibe la fuerza pública, hasta el descaro judicial que impera en las cortes con sentencias aligeradas o corruptas que igualan o superan las de cualquier película de mafias.

La futura agenda también incluye el espinoso tema de la reforma fiscal, iniciativa que requiere comenzar por una reingeniería estatal, capaz de eliminar duplicidades y despilfarros, como única vía posible para legitimar la revisión de exenciones innecesarias e imponer una redistribución de las cargas impositivas y evitar una creciente carrera de endeudamiento.

El tema de la reforma fiscal está íntimamente ligado a la situación energética del país, ya que esta viene requiriendo para su viabilidad de enormes recursos presupuestarios que limitan el accionar del Gobierno en otros ámbitos, siendo el motivo y destino de gran parte de la deuda pública externa de años recientes.

No hay reforma fiscal sin solución energética, y parece que el tan cacareado pacto eléctrico no será más que un dilatado ejercicio sin resultados.

La nación dominicana tiene que abordar muchos otros temas cruciales para poder asegurar su futuro dentro del marco democrático que todos aspiramos a consolidar. Por ello la cuestión del inmigrante ilegal y que desplaza mano de obra criolla, tampoco puede estar ausente de esta agenda.

Los candidatos deben asumir posiciones con respecto a los retos de la nación, como vía de garantía de que en el próximo torneo electoral los dominicanos tomemos la mejor escogencia.