Los dominicanos sensatos deseamos fervientemente que el proceso electoral y el escrutinio de los votos sean de la mayor transparencia posible, sin engañifas, para que en ningún momento se dude de la legitimidad de quien gane, sea el candidato del gobierno o el de la oposición.

El país no puede darse el lujo de que nos encontremos “al borde del caos”, título de una gran obra histórica del periodista Miguel Guerrero.

Los periódicos tradicionales, tan criticados, han hecho un gran servicio público al no dar cabida a las diatribas que tanto abundan hoy, de un bando y otro, especialmente acogidas por las redes sociales, tanto contra el reeleccionista Danilo Medina como contra su oponente Luis Abinader.

En muchos de esos escritos, a menudo anónimos, mucha gente insulta, difama y se burla de los candidatos que no son de su agrado, incluso tergiversando sus declaraciones, algo en lo que es experto un “portalito” que parece haber sido creado únicamente con ese fin.

Son los predictores del caos, a quienes les importa un pepino que en el país se arme un desorden desde todo punto de vista inadmisible, pues crear esta democracia, que sin dudas necesita ser mejorada, ha costado mucha sangre al pueblo dominicano. No es cuestión de personas; es cuestión del futuro de la República.

En este momento, la Junta Central Electoral (JCE) está prácticamente acorralada por el fuego cruzado de los predictores del caos, deseosos de que todo fracase para luego gritar como mujeres porque no supieron actuar como ciudadanos responsables.

Sé que posiblemente no lo harán, pero pienso que sería útil que los candidatos, desde ya, desautoricen esas voces agoreras, que en nada contribuyen a despejar las dudas que puedan existir sobre el buen éxito de las elecciones, que de ningún modo pueden fracasar por la irracionalidad de algunos.