En los últimos meses he tenido que citar una frase lapidaria de Federico Henríquez y Carvajal, que retrata de cuerpo completo sobre lo complejo que resulta ser reconocido en vida en este y los demás países latinoamericanos.

Henríquez y Carvajal afirmaba que “América reconoce a sus grandes hombres cuando ya son sus grandes muertos”.

En República Dominicana hemos vivido esa situación en innúmeras oportunidades, y al parecer seguirá por los siglos de los siglos.

Son muchos los héroes de las diferentes etapas de la lucha independentista y restauradora que han sido echados al saco del olvido por historiadores al servicio de intereses espúreos.

Sus nombres son conocidos por gran parte de la población.

Pero esa ignorancia también se viene dando en los deportes, donde el Pabellón de la Fama escoge a su antojo, lo que conlleva cometer injusticias.

Son muchos los atletas con condiciones para estar en el Pabellón que han sido ignorados por razones que no se entienden.

El último que lanzó un SOS fue el pelotero Pedro Guerrero, quien debió ser electo hace tiempo. Así como este, existen muchos otros casos.