Los lentes y el avestruz

Los lentes y el avestruz

Los lentes y el avestruz

TAMPA BAY, Florida.- El paralelismo me puso a pensar y no resistí violar la promesa familiar de unas verdaderas vacaciones alejadas de cualquier asomo de trabajo, incluyendo la columna que cada lunes El Día me permite compartir con su creciente legión de lectores.

Marcos Manuel, mi hijo mayor había dejado sus lentes de sol hacía dos días en una piscina comunitaria de Brandon, próxima a la solariega casa de unos parientes que nos acogen.

Con bajas expectativas y condicionado por su ambiente cultural, se dirigió al lugar y, para su sorpresa, allí halló los lentes intactos.  Justamente cuando me comunicaba, maravillado, la noticia del hallazgo yo terminaba de hacer un recorrido por la prensa digital y leía en Diario Libre que unos cacos se habían robado el único avestruz del zoológico de Moca.

Me pregunté cómo era posible que un  ave tan grande  (puede alcanzar 2.7 metros de altura y pesar hasta 145 kilos) fuese sustraída de un zoo provincial sin que nadie lo supiera y que, en cambio, unos lentes de sol, que podían desaparecer en cualquier bolsillo, fueran hallados por su dueño en una piscina pública 48 horas después.

Sin dudas que esa diferencia está condicionada por la educación de los ciudadanos, de la cual se deriva la conciencia cívica, el respeto a la ley y, básicamente, por un sistema de consecuencia que no admite impunidad e  impone las debidas sanciones sin contemplación.

Hasta el fin de semana nadie sabía en qué manos estaba el enorme plumífero sustraído –como si resultara difícil ubicar un ave, que no es un pollito capaz de confundirse con los millones de unidades aviares que Moca produce.

En medio de esta historia –que refleja lo mal que andamos como sociedad- un empresario bonachón de La Vega dona a Moca un ejemplar de avestruz, con tres meses de nacido. Me luce que el caso quedará cerrado y pasará a ser un chiste o una anécdota más del tigueraje nacional.



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