Los invito a leer mi nuevo libro

Los invito a leer mi nuevo libro

Los invito a leer mi nuevo libro

Rafael Chaljub Mejìa

El próximo miércoles 14, a las siete de la noche, en el local del Colegio Dominicano de Ingenieros, Arquitectos y Agrimensores –Codia- será puesto en circulación mi nuevo libro, titulado “El Acuerdo de Santiago”, que trata de aquel episodio en el cual una alianza de cuatro partidos enfrentó la segunda reelección del presidente Joaquín Balaguer en 1974.

El Partido Revolucionario Dominicano –PRD-, el Revolucionario Social Cristiano –PRSC-, el Quisqueyano Demócrata –PQD- y el Movimiento Popular Dominicano –MPD- fueron los integrantes del Acuerdo suscrito el 28 de diciembre de 1973. Aquella fue una lucha muy intensa, costó demasiado esfuerzo poner de pie al movimiento opositor después de la ola de violencia represiva sostenida por el régimen balaguerista, que a partir de la primera reelección de 1970 adquirió las tonalidades propias de la guerra sucia.

En los meses finales de 1973 se sentían las consecuencias desalentadoras de las tropelías de la banda, de la “Operación Chapeo” contra los presos políticos.

En el pueblo gravitaban los efectos de la caída del coronel Francisco Caamaño, de los más renombrados y lúcidos líderes de la izquierda.

El PRD, sin Juan Bosch; el PQD, sin el general Wessin, porque estaba desterrado. El MPD sin sus líderes más destacados, y en el otro bando, el balaguerismo que parecía inconmovible. Era difícil que la movilización y la resistencia resurgieran.

Sin embargo, el Acuerdo de Santiago superó el desaliento y la sensación de derrota, a golpe de audacia política y movilización popular. Y en esto hay que reconocer el papel fundamental de Peña Gómez. En la hora cero el Acuerdo puso a Balaguer contra la pared y si no se impidió la reelección se debió a causas que son expuestas en mi obra. La división de la oposición fue una de esas causas.

Esto pasó hace apenas cuarenta y dos años, y me sorprende el olvido que cubre aquel episodio. A pesar de la actualidad de muchas de sus enseñanzas.

Hasta donde conozco, ningún historiador se ha ocupado debidamente de ese capítulo. Yo, que viví de cerca aquellos hechos, la prehistoria, el surgimiento, el arranque y, luego, desde una celda en La Victoria donde pasé dos años, el final del Acuerdo, ofrezco ahora mi versión. Ojalá me dispensen el honor de leerla y mientras, los espero en el Codia, el miércoles catorce a las siete de la noche.



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