Los hechos que parecían aislados, hoy se manifiestan unidos, cruelmente

Los hechos que parecían aislados, hoy se manifiestan unidos, cruelmente

Los hechos que parecían aislados, hoy se manifiestan unidos, cruelmente

Porque… Robin Hood reencarna para robar,

no para los pobres, solo para él y los suyos.

“La igualdad en la riqueza, debe

consistir, en que ningún ciudadano sea

tan opulento que pueda comprar a

otro, ni ninguno tan pobre que

se vea precisado a venderse”.

J.J. Rousseau.-

 

       Considero sin duda alguna, que siendo o no creyente, hay que hacer acopio de todas las fuerzas disponibles, aún aquellas divinas, para no caer o sucumbir ante las sutilidades de los indelicados que con sus inconmensurables argucias y poder, consiguen con harta facilidad, desviar lo que debe de ser, incluyendo nuestra fe en la recuperación moral de este desamparado país.

         La explotación de costumbres de ignorantes y las groseras acciones, nos hacen pensar que en vez de estar de pie, estamos de rodillas. Las palabras para escribir estas acciones, su sentido se muestra incompleto, porque al decir de quienes nos mal gobiernan somos libres pero, que a la vez, y es verdad, vivimos en una manifiesta servidumbre.

         La palabra libertad ha sido inteligentemente alterada, trastocada, porque lo que significa para unos pocos, incluyendo los llamados profesionales neutrales de la comunicación, indiscutiblemente no lo es para la inmensa mayoría. Porque la misma se siente víctima, presa de confianza de los que ostentan el poder y llevan a cabo sus acciones depredadoras y abusivas.

         La élite partidaria que nos mal gobierna, se jacta de proclamar que vivimos en plena democracia y aún más, de estar plenamente satisfecha de haber cumplido el mando principal del mal llamado sistema político que nos rige, sobre defender, sin duda alguna, quien ejerce la soberanía absoluta del derecho, que al decir de ellos, es el pueblo. Por esas cosas y afirmaciones, es que ya las palabras han perdido su sentido original.

         Hasta qué punto pueden llegar las acciones de los que han recibido la autoridad del pueblo para defenderlos y conducirlos por las vías que conduzcan a un mejor y estable vivir de todos los ciudadanos. Hasta dónde puede llegar la independencia y voluntad de un elegido para utilizar ese poder. Hasta dónde es ético, aún sea legal. La degradación que nos corroe es cada día más descarada, vulgar y ofensiva, llegando hasta a aparecer emuladores del legendario Robin Hood, que son aplaudidos y alabados por la plebe, como si fuese el entierro de algún importante narcotraficante de barrio pobre.

         Todo ese accionar depravado es, simplemente, la suma visible de las diabluras llevadas a cabo por este grupo de depredadores morales que, en apariencia, mientras ellos se crecen y robustecen, el pueblo se muestra sumiso, acobardado, con las manos extendidas, cual pordiosero en espera del maná que prometieron.

         Quizás, la razón dolorosa de esta verdad, es que ya somos una sociedad en decadencia plena, incoherente y dispersa que invoca a los cielos por la unidad social y el retorno del orden en general, porque hemos perdido el valor, la capacidad para reclamarlo, exigirlo, hacerlos cumplir. Porque ya, definitivamente, los hechos que parecían aislados, extraños y sin conexión alguna, se han manifestado de manera cruel y corrupta, dejándonos, como dice mi sobrina Sharilyn, con un sin fin de palabras reconfortantes que no hacen más que adormecernos, torturarnos, porque no son más que teorías de una práctica que no logramos iniciar y mucho menos, avanzar. Desgraciada y dolorosamente, esto es así. ¡Sí, señor!



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