Todo lo que sube tiene que bajar, eso es cierto, pero como se desarrollan las cosas, mucha gente no le está dando la debida credibilidad a lo que debe ser una máxima, y llega a pensar que nadie puede, o estará en capacidad de, “apiarlos”, después que se “encaramaron” en el “cojollito” del árbol, de cuyos frutos disponen a sus anchas.

En la política vernácula, de acuerdo a la experiencia de la última década, esa es una verdad irrebatible, y más en las actuales circunstancias, donde la fábrica no tiene ni se vislumbra que aparezca ningún tipo de competencia.

Eso también sucede en todos los estamentos del deporte dominicano, porque los que suben al palo permanecen allí casi por los siglos de los siglos.

La única manera de “bajar” a alguien sería que se ponga abiertamente contra el “statu quo”, para que comience un plan de ablandamiento con la colocación de vaselina para para que caiga del palo, no importa la forma, si lenta o brusca.

Todo indica que esa es una cultura oportunista histórica, que ahora más que nunca ha encontrado la forma de enraizarse a sus anchas, sin ningún tipo de oposición.

Se requieren cambios en todos los estamentos de esta bendita sociedad, donde se ha llegado al extremo que se venden estupefacientes en el mismo local donde funciona un destacamento de la Policía.
¡ Dios mio! ¿A dónde vamos a llegar?