Lo mío, a la franca

Lo mío, a la franca

Lo mío, a la franca

Como el informe  Attalí costó tanto dinero – una parte lo aporté yo en calidad de contribuyente- en el fin de semana decidí sacarle milla abrevando de nuevo en un pensamiento tan bien articulado que dice cosas  ya sabidas, pero que nos parecen novedosas.

El contexto actual –en que se discute un paquete de cambios tributarios- hizo que mis ojos frenaran sobre un texto del documento que reza: “Cada dominicano llega a gestionar los problemas colectivos por soluciones individualistas…”.

El fragmento es una pincelada que remarca la crisis de confianza generalizada  en la sociedad dominicana. Con frecuencia culpamos a los políticos del marco clientelar que conduce al “sálvese quien pueda” o –como diría Aníbal de Castro- al “dame lo mío”.

Solemos perder de vista, sin embargo, que otro segmento es tan responsable como los políticos de la falta de cohesión social y de esa febril búsqueda del beneficio propio fundado en un rentismo aberrante. Se trata de la clase empresarial.

Basta con estar en un escenario de reforma fiscal para constatar la oleada de denominados “representantes de los sectores productivos” apelando a todos los artilugios, emboscadas y bribonerías posibles para evitar la equidad en la carga tributaria.

Reconozco que este comportamiento tendría como justificación capital la actitud del Estado frente a quienes pagan sus impuestos. No hay –dice Atalli- una relación de confianza entre la administración fiscal y los contribuyentes.

“El Estado debe erigirse en modelo de virtud cívica y mostrar a sus ciudadanos que los fondos recolectados a través del sistema fiscal son dedicados a gastos considerados por la mayoría útiles y beneficiosos para la sociedad dominicana”, reflexiona Atalli.

Luego de mi lectura vi que un dilecto amigo me chateaba en el “bb” lo que a su juicio era un consejo valioso: “No se queje tanto, que mal no le ha ido a usted”. La penosa expresión confirma el nocivo individualismo que nos lleva a la anomia social. Y peor aún, refleja la pérdida de la capacidad de asombro.



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