Hace unos dìas, Mario Vargas Llosa y varios intelectuales y expertos latinoamericanos propusieron en un seminario en Lima que los gobiernos deben legalizar las drogas.

El tema se ha convertido, desde hace algún tiempo, en uno de discusión en la sociedad mexicana.

Hasta ahora se ha permitido legalmente la posesión de 1 gramo de cannabis por persona para uso terapéutico. Ahora ha llegado una propuesta a la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF), el congreso local, para aumentar esa cantidad a 30 gramos para cualquier uso. La opinión pública rechaza el aumento para usos recreativos, pero la aprueba para usos medicinales.

Hay que recordar que en Uruguay el Congreso de ese país despenalizó el uso de la mariguana. Y siguiendo la corriente, los estados norteamericanos de Washington y Colorado han legalizado la venta de la yerba en establecimientos privados bajo estricto control gubernamental.

Y ni hablar de los Países Bajos, donde se venden hace años la mariguana y el “hashis” en cafeterías especializadas (coffeeshops), sin la menor oposición de la población.

La intención del gobierno del Distrito Federal, con mayoría absoluta en la Asamblea Legislativa, es de aprobar la propuesta contra la oposición de las iglesias y segmentos conservadores de la sociedad capitalina.

Mi opinión es que así como sucedió con la aprobación en la Capital del matrimonio entre personas del mismo sexo, pero no en ninguno de los otros 31 estados de la Federación, tendremos la misma respuesta con la legalización del cannabis.

Se podrá fumar mariguana dentro del Distrito Federal, pero no en el resto del país.