“Le pegué porque entendía que debía obedecerme”

“Le pegué porque entendía que debía obedecerme”

“Le pegué porque  entendía que debía  obedecerme”

Santo Domingo.-Nada de lo que ella dijera importaba, su palabra valía menos que un cero a la izquierda.

Lo único que realmente tenía valor en la casa era lo que Juan Francisco entendía correcto. Su esposa era, simplemente, un objeto más que decoraba su hogar.

“Le pegué porque yo entendía que ella debía obedecerme más, tenía dos días diciéndole que llegara temprano y no lo hizo”.

Sencillamente por eso Juan Francisco de la Rosa le dio una golpiza a su esposa una noche cualquiera del pasado año.

El corpulento hombre de 47 años, piel oscura y aparente personalidad serena, tenía la costumbre de llegar a casa a las 10:00 de la noche y entendía que debía encontrar a su mujer esperándolo.

Pero esa noche no fue así. Su pareja llevaba varios días llegando tarde por visitar la casa de un hermano que llegó “desde los países”, actitud que el visualizó como una desobediencia.

“Le pegué porque entendía que mi mujer debía estar en mi casa, pero ahora yo entiendo que ella no es un objeto”, expresa con mucha responsabilidad y visible arrepentimiento el exagresor, que afirma haberse rehabilitado con las terapias del Centro de Intervención Conductual para Hombres de la Fiscalía del Distrito.

Datos de violencia

Las estadísticas oficiales afirman que los maltratos verbales, físico y psicológicos como los que inducía Francisco a su pareja, originan anualmente un total de 75,000 denuncias, unas 13,000 más que las acumuladas en el año 2010 por el mismo concepto.

Tan sólo en 2015, la Procuraduría General de la República recibió 8,634 querellas por delitos de género; 58,553 por agresiones en el seno familiar y 6,741 violaciones sexuales.

“Las quejas más comunes que recibimos son por violencia física, psicológica y patrimonial, además de los delitos sexuales”, especificó Rosanna Reyes, procuradora General Adjunta para los Asuntos de la Mujer.

De las 58,553 denuncias por violencia intrafamiliar unas 25,312 incluyeron violencia física, entre ellas la de Juan Francisco, quien le dio un “tablazo” en un brazo a Ana María Marte, la mujer con la que procreó siete hijos.
Otras 31,370 quejas fueron relacionadas al abuso verbal y psicológico y 1,831 tuvieron que ver con la violencia patrimonial.

Estas últimas son más frecuentes, pero las víctimas normalmente no la identifican como violencia.
“Una mujer pone una querella cuando ya la situación es muy grave, cuando ha habido violencia física muy dramática o siente que está en riesgo su vida”, explicó Lourdes Contreras, coordinadora general del Centro de Estudios de Género del Intec.

Un tablazo algo “normal”

La especialista enfatizó que frente a violencia y maltrato de manera cotidiana no hay denuncias en el sistema de justicia, y si se pone, no se da seguimiento, porque la víctima no se considera como tal.

Eso fue lo mismo que le pasó Ana María Marte, quien veía a Juan Francisco como un hombre “normal” cuando él sufría los “arranques de ira”, que lo hacían reaccionar de manera “violenta, brutal y agresiva”.

“Nosotros teníamos pequeñas discusiones como en cualquier hogar”, dijo Ana María, hasta que en una de esas su esposo tomó una tabla y la golpeó. Reyes y Contreras coinciden en que la mayoría de las víctimas no reconocen que están siendo maltratadas y por eso se mantienen en una situación de riesgo por tanto tiempo, que a veces terminan con la muerte.

Eso se evidencia en la cantidad de muertes convivenciales que ocurren en el país anualmente.
En 2015 se registraron 1,675 casos de homicidios, significando un aumento interanual de cinco puntos en los hechos de convivencia, que para esa fecha representaron el 52% de las muertes violentas.

En total las muertes por convivencia fueron 870, de las cuales 642 obedecieron a riñas y rencillas y 189 por violencia intrafamiliar, según un informe del Ministerio de Interior y Policía.

“El problema es que estamos frente a una sociedad que enseña a sus individuos a resolver sus problemas de forma violenta”, señala el psicólogo Luis Bergés, encargado del Centro de Intervención Conductual para Hombres.

Causas del problema

La agresión no es una conducta natural, sino aprendida, según Bergés, quien sustenta que también impera la cultura del “machismo o prepotencia”.
Explica que la violencia también se genera por un conflicto de apego o vinculación de una persona que en su niñez tuvo carencia de afecto, haya sido testigo o víctima de maltrato.

Pero también lo agrava la percepción de falta de castigo para esos hechos (justicia) y, en alguna medida, los problemas económicos, impotencia, acumulación de rabia y el resentimiento por presión social.

No obstante, la decisión de agredir la toma una persona que no sabe controlar su ira, aclaran las terapistas de conducta Rosmery Salcedo, Rocío Rodríguez y Lady García Francisco.

Esa actitud se corrige con técnicas de manejo personal, como lo asegura Juan Francisco, quien después de durar dos meses en la cárcel y tomar nueve meses de terapia, dice que su vida ha cambiado un 100%.

“Siento que los 29 años que mantuve maltratando a mi esposa fueron perdidos, porque ahora que me sé controlar nos llevamos como novios y hasta la veo más bonita”, afirmó el hombre que consiguió el perdón de su pareja.



Senabri Silvestre

Editora de Nacionales del Periódico El DÍA, amante de Dios y de mi familia.

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