Las plantas, ¿de, o a carbón?

Las plantas, ¿de, o a carbón?

Las plantas,  ¿de, o a carbón?

Una periodista con quien comparto el oficio me ha pedido una justificación ante mi preferencia por escribir plantas de carbón, contrario al uso generalizado plantas a carbón, recogido todos los días de las palabras vivas y de las escritas en los medios de comunicación.

Para ella y para otros he dicho, una y otra vez: prefiero plantas de carbón porque lo aprendí mientras leía en mis días de estudiante Curso de Redacción, del Pensamiento a la Palabra, un libro de Gonzalo Martín Vivaldi. A mi compañera de trabajo, y a otros, les resulta contrario a la lógica del sentido común, y me dicen: pero si las plantas no son de carbón.

Pero yo les respondo, con Manuel Seco en su Diccionario de Dudas: pues lo son. O el vaso no sería DE agua, el traje DE vestir ni las zapatillas DE trotar.

Seco dedica un artículo extenso a especificar el uso correcto de a, al cual remito, lo mismo que otro al uso apropiado de la partícula de.

Como si estuviera leyendo en nuestros periódicos u oyendo a nuestros comentaristas de la radio y la televisión, escribe: “(…). Pero cuando con ese mismo sentido, precede a un nombre complemento de otro nombre, la preposición A está ocupando el puesto de la preposición DE. Así, construcciones tan frecuentes como avión A reacción, aparato A pilas, cocina A gas, vehículos A motor, deben ser, según el sistema normal de nuestra lengua, avión DE reacción, aparato DE pilas, cocina DE gas, vehículos DE motor: (…)”.

El comentario precedente ha sido tomado de la página 6, numeral 9, de un ejemplar tomado de mi librero para escribir esta catilinaria.

María Moliner, autora de un voluminoso Diccionario del Uso del Español, dedica sendos artículos al uso apropiado de las partículas referidas. a los cuales remito a quienes todavía tengan la duda.

No hay que ser purista, pero ya lo he dicho: una periodista me discutió sus razones para escribir plantas a carbón. Y como las mías no son mías, sino ajenas, me limito a copiar de una edición de 1986 de Diccionario de Dudas y Dificultades de la Lengua Española.

Como se puede ver, los dominicanos no hemos inventado el error de colocar la partícula A en el lugar de la partícula DE.

No hay que tener miedo a la hora de hablar o de escribir, ni el de discutir en público de un bien común como lo es la lengua española, rica y sonora, pero complicada por lo dilatado del espacio donde se habla y por el número inmenso de hablantes, millones de ellos libres como para hacer del habla la norma de la lengua.



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