Las pequeñas cosas

 Las pequeñas cosas

 Las pequeñas cosas

Levantarme al amanecer entre pinos y el rocío, para sentir como el sol recuerda que todos necesitamos calor.

Sentarme en la orilla del mar a contemplar como, en la constancia de sus olas, se encierra su indomable poder.

Observar cada ser humano y glorificar a Dios por su inmensa capacidad de hacernos a cada uno diferentes.

Escuchar el llanto del niño y entender que su vida es el juguete que ahora desearíamos haber conservado.

Conversar con quien tiene una opinión diferente de la mía, porque me servirá para no creer que soy dueño de la verdad.

Ver como se pulveriza la distancia inmediatamente nos rendimos a la comprensión.

Soñar que nadie sufre; asumirlo como una realidad, pero poner mi granito de arena para que así sea.

Abrazar con fuerzas y sin pronunciar palabras decir: “soy tu amigo”.

Cuidar que nadie estropee la base de todo hombre de bien… la inocencia de los hijos.

Borrar el pasado y dedicar todo el esfuerzo a alimentar cada día la esperanza en mi entorno.

Mirar a los ojos y ver las fibras que se llevan por dentro.

Controlarme cada vez menos y delante de todos besar… en los labios.

Contemplar sonriente como sepultan la amargura y olvidarme que existió.

Reconocer que como ser humano me equivoco, y más de lo que me imagino.

Soltar una carcajada cuando algo no resulte como lo planeado (como casi siempre).

Permitir que se deslice una lágrima cuando me sienta muy feliz.

Cuidar el corazón, no de una enfermedad física, sino de una infección del alma.

Valorar que siempre habrá brazos prestos a sostener los que hayan caído.

Celebrar que aún amenacen las sombras, siempre estará el destello de amor que cada día me brindas tú.

Finalmente, vivir en prosperidad, consciente de que nunca lo lograré si no priorizo…

 

Las pequeñas cosas.

 

 



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