Las FARC y la paz

Las FARC y la paz

Las FARC y la paz

Rafael Chaljub Mejìa

Siempre estuve de acuerdo con las razones invocadas por los guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Pero nunca estuve de acuerdo con muchos de los métodos empleados por esa misma guerrilla.

Reconozco su perseverancia, su espíritu de sacrificio, la capacidad de mantenerse en armas por tantos años, frente a enemigos locales y exteriores tan poderosos, cuando el solo hecho de mantener cohesionados a miles de combatientes en las montañas, avituallarlos y equiparlos, requiere de un liderazgo, capacidad militar, administrativa y experiencia, excepcionales. Pero rechacé esos métodos por cuyo empleo el propio jefe Timoshenko, en un gesto de valor político y humano, acaba de pedir perdón.

El enemigo sacó provecho político de determinadas acciones de las FARC, e hizo que la violencia de los revolucionarios se confundiera con las otras violencias casi endémicas en Colombia.

El rechazo creció en un parte muy amplia del pueblo colombiano y esto, en gran medida, selló la suerte y el porvenir de la guerrilla.

Pasó a ser indestructible en lo militar, pero muy débil en lo político. Tras su momento de mayor desarrollo, llegaron los tiempos del estancamiento. De las bajas de sus principales líderes históricos.

Y a los cincuenta y dos años de fatigosa brega, ya sin sus mandos fundamentales, cuando casi la única opción era seguir haciendo lo mismo a la espera de mejores días, proseguir la guerra no era lo más sensato que podían pensar los guerrilleros en una situación internacional como la actual.

Optaron por luchar por otros medios y, por la puerta grande de la paz, entrarán ahora al campo de la lucha política abierta. Saludo la decisión del alto mando de las FARC, sin dejar de reconocer la firme y decidida voluntad con que el presidente Juan Manuel Santos se empeñó en la búsqueda del acuerdo.

Las FARC han pactado sin ser vencidas en el campo militar, ahora les corresponde hacer galas de su inteligencia y ganarse el favor mayoritario del pueblo, como hicieron los guerrilleros salvadoreños.

Esa será la gran prueba. Claro, los riesgos son enormes, pero si algo han probado las FARC es saber vivir junto al peligro y manejarse en él.

Reitero, jamás compartí muchos de sus métodos, no obstante, ante el paso audaz que han dado, mal pudiera condenarlos irresponsablemente desde la comodidad de mi hogar.
Al contrario, respeto su decisión y les deseo éxito.



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