Las 10 cosas que no sabías de los besos

Las 10 cosas que no sabías de los besos

Las 10 cosas que no sabías de los besos

Todo inicia con una mirada, normalmente tímida, que enseguida se vuelve descarada cuando los ojos se clavan en los labios contrarios. Después viene la fuerza invisible que te empuja a rozarlos con los tuyos, atraparlos y moverlos, al principio torpemente, y después a un ritmo acompasado. Entonces llegan los sabores, los olores y, si es un buen beso, la pérdida de consciencia del tiempo y el espacio.

Este gesto es el detonante de una cascada de mensajes neuronales y químicos capaces de transmitir desde consuelo y cariño hasta excitación sexual sin mediar una palabra. Tanto es así que, según los científicos, un buen beso puede ser el inicio de una duradera relación de pareja, al igual que uno malo produce el efecto contrario. ¿Demasiado húmedo o demasiado seco? ¿Con largas pausas o tirando a ansioso?

Para responder estas y otras preguntas tenemos 10 cosas que no sabías de los besos publicadas por la revista quo.mx:

1. Ellos los prefieren húmedos: bien es sabido que es importante besar por que a través de la saliva, una mujer obtiene información sobre las condiciones físicas de cualquier candidato a padre de sus hijos, y el hombre detecta si la mujer es fértil e incluso en que momento de su ciclo está. Pero resulta que los hombres prefieren besos de tornillo (con la boca abierta y lengua) porque tienen menos sensibilidad bioquímica. Necesitan muestras más grandes de saliva para sacar sus conclusiones. Ésta es la razón por la que besar no garantiza el éxito, pero hacerlo mal casi seguro lleva al fracaso, explica Gordon Gallup, un especialista en comportamiento de la Universidad de Albany, y autor de La psicobiología del beso romántico, el estudio multidisciplinar sobre este gesto más completo realizado hasta ahora.

2. Tu testosterona en mi boca: Cuando nos besamos, el hombre pone testosterona en la boca de la mujer, lo que, está comprobado, es un importante detonador de la excitación sexual. Muchos animales y plantas usan feromonas para comunicarse con otros miembros de la misma especie. En el mundo animal existe un órgano, el vomeronasal, cuya misión es detectar estas hormonas, mientras que en el ser humano, el beso es el modo más eficaz de traspasarlas.

3. Y las femeninas, también: Parece que la saliva de la mujer incluye hormonas vaginales, las llamadas copulinas, en las que se han encontrado altos niveles de testosterona, una hormona que incrementa el apetito sexual en el hombre. Ambas sustancias (testosterona y feromonas) desempeñan un papel esencial en el cortejo, la excitación sexual y la procreación humana. Pero no solo de hormonas sexuales vive el hombre.

4. Saliva protectora: Según el neurólogo de la Universidad de Edimburgo, Gareth Leng, la oxitocina también ayuda a forjar lazos entre amantes tras el primer beso. Y es que esta hormona también se libera al juntar nuestros labios. De hecho, según Leng, una exposición prolongada a la oxitocina es mucho más eficaz que el elíxir amoroso más potente. Al explicar cómo se enamora el cerebro, Leng señala que, al igual que ayuda a afianzar el vínculo entre una madre y su bebé, la oxitocina funciona como interruptor central, capaz de cambiar miles de conexiones neuronales y predisponer al amor.

5. Reduce el estrés: En otro estudio, la psicóloga inglesa Wendy Hill comparó los niveles de dos hormonas, oxitocina y cortisol, en 15 parejas antes y después de besarse. Wilson creyó que aumentarían los niveles de oxitocina en las mujeres. Sin embargo, se encontró que estos niveles aumentaban sólo en los hombres. Resulta que las mujeres se sintieron cohibidas al saber que estaban siendo observadas. Sin embargo, el cortisol descendió en ambos sexos sin distinción, lo que demuestra que besarse desestresa. Aunque no prec samente de un modo relajante.

6. Son adictivos: Un beso apasionado aumenta el pulso y la presión arterial, dilata las pupilas y la respiración se hace más profunda. Según la antropóloga Helen Fisher, el cerebro de los amantes registra mayor actividad cerebral en las regiones que guían el placer, la motivación y la recompensa. Las mismas que se activan por adicción.

7. Contra las alergias: Según un estudio japonés, 30 minutos de besos apasionados podrían ayudar a controlar la alergia al polen; besarse reduce la producción de histamina, sustancia química segregada como respuesta alérgica al polen.

8. El derecho, tu mejor lado: ¿Has visto hacia qué lado tuerces la cabeza para besar? Onur Gütürkün, psicólogo de la Universidad del Ruhr en Bochum, observó a 124 parejas que se besaban en lugares públicos de E.U., Alemania y Turquía. Descubrió que, antes de que sus labios se tocaran, inclinaban la cabeza a la derecha las mismas veces que a la izquierda. Pero, llegado el momento, la mayoría torcía la cabeza hacia la derecha para dar el beso. ¿Por qué? Pues, según Gütürkün, todo se debe a nuestra época de crianza materna.

Los estudios muestran que hasta el 80% de las madres, diestras o zurdas, acunan a sus hijos sobre su lado izquierdo. Como resultado, la mayoría de nosotros asociamos con el calor y la seguridad nuestro lado derecho.

9. ¿Te dice si hay emoción? Según algunas teorías, esta asimetría del comportamiento está relacionada con la lateralización de las funciones cerebrales, tales como el habla y la conciencia espacial. En esta línea, y según un estudio de la Universidad de Stranmillis, en Belfast (Irlanda del Norte): “Torcer la cabeza hacia el lado derecho revela nuestra mejilla izquierda que, a su vez, está controlada por la parte más emocional de nuestro cerebro”. Según ellos, si alguien te besa torciendo la cabeza hacia el lado izquierdo, ¡cuidado!, pues podría estarlo haciendo sin sentir emoción. Así que, ahora mismo, lo que deberías hacer es buscarte una pareja, cerrar los ojos y dejarte arrastrar por un beso apasionado, que es bueno para el corazón y mejora la molesta alergia al polen.

10. Con historia: Desde el Neolítico hasta nuestros días, la iconografía popular nos ha representado uniendo nuestros labios, la más antigua es un petroglifo, una representación gráfica en roca que se dio a partir del Neolítico (10,000 a.C.) que parece representar a dos enamorados. Saltando varios siglos, el primero del cine data de 1896 en el filme The kiss, una de las primeras películas mostradas comercialmente al público. Es un corto mudo en el que se produce el primer beso de película. Y como nos gustan tanto los más reproducidos en gran formato son: El beso de Klimt, el del soldado y la enfermera en Times Square fotografiados por Alfred Eisenstadt y el del fotógrafo francés Robert Doisneau que ilustra esta nota.

Originalmente publicado en la revista QUO número 129.



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