La voraz habilidad de cambiar el acento

La voraz habilidad de cambiar el acento

La voraz habilidad de cambiar el acento

¿Quién ha viajado y no se le ha pegado el acento de ese país? ¿O quién no conoce alguna persona que tiene esa habilidad de cambiar su acento desde que respira el aire extranjero?

Aquí viene el asunto. Muchos dominicanos que tienen la oportunidad de conocer otra cultura sienten que (aunque hablen el mismo idioma), no lo entienden. Este sentir les “obliga” a tener que imitar su acento para que puedan conversar. Tal vez esto es lo que justifica el hecho de que cuando los dominicanos viajan a España por 15 días lo primero que te dicen cuando llegan al Aeropuerto de Santo Domingo es: “tío que calor, me das un vaso de agua, vale”. Si van por dos días a Puerto Rico dicen más “bendito nene” que los mismos boricuas. Sin dejar de mencionar que cuando visitan Cuba no sabes cuál es el cubano.

En fin, aquí tenemos una grave situación. Conozco chilenos que tiene años viviendo en RD y aún hablan como chilenos. Conozco argentinos, cubanos, mexicanos, etc. Que tienen años en Santo Domingo y aún no pierden su hermoso acento. Entonces ¿qué pasa con los dominicanos?

Cuando llegué a Lima lo primero que dije fue: “loco que apero ta´eto´” (nadie entendió porque les decía loco…),  pero a todos les encantó mi amplia y sustanciosa jerga dominicana. Así como nos gusta escuchar otros acentos, así a los extranjeros les gusta escuchar el nuestro, entonces ¿por qué tenemos que cambiarlo?

Parte de nuestra cultura es la forma en la que hablamos. Decía AmartyaSen, Premio Nobel de Economía, que la cultura es sumamente importante para el funcionamiento de la sociedad y desentenderla significa no poder enfrentar los nuevos desafíos que trae el desarrollo.

Esa herencia de Guacaganarix nos ha salido cara. Creer que lo extranjero es mejor que lo propio nos trae como consecuencia esa voraz habilidad de cambiar nuestro acento. No solo eso, nos lleva a desentender nuestra cultura y por ende se nos dificulta enfrentar nuevos desafíos que trae el desarrollo.

El complejo de isla nos venda los ojos para darnos cuenta que el no mencionar algunas “s”, remplazar la “r” por la “l” y decir cosas como “zafacón” al cesto de basura; “dame un chin” cuando queremos que nos des solo un poco, etc.forman parte de nuestro dialecto y de la magia que distingue a un país con otro.

Mientras más dominicano hables, más a los extranjeros le vas a agradar. Eso de estar “Ay bendito”, “oye chico que bolá contigo” o “vámonos de juerga con la flaca que esa que está regia”, eso no ta´.

Si bien es cierto que, el mutuo aprendizaje es la mejor vía para alcanzar el progreso y el desarrollo. También defender nuestra esencia y sentirnos orgullosos de ella, es el mejor instrumento que tenemos para seguir siendo PAÍS.



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