La tortuga política

La tortuga política

La tortuga política

La tortuga de la fábula le ganó la carrera a la veloz liebre no por haber salido primero, sino por enfocarse en la meta y no desviarse en el camino.

La liebre se retrasó en la arrancada, se detenía a autoalabarse de sus virtudes y hasta a hacer algunas bellaquerías por placer.

Cuando la tortuga cruzó la meta, la liebre se sorprendió a sí misma detrás de la línea de llegada alardeando de su velocidad.

Los partidos políticos que se saben tortuga solo tienen como opción cumplir sus tareas, cubrir el camino recorriendo tramos de manera consistente, sin pausa, porque no pueden apostar a la prisa.

En el país, a los ojos de todos, el PRM hizo su arrancada con el inicio del proceso de elaboración de su padrón, las visitas de sus principales líderes a la militancia en los barrios y municipios, captación de liderazgos locales y hasta el rescate de viejos amores.

Designó la Comisión Nacional Organizadora que encabeza el afable poeta Tony Raful, el mismo de “Venga pueblo, venga gente”. Ha dividido el camino en tramos que incluyen la celebración de convención en varias etapas, hasta concluir en la elección de sus candidatos para las elecciones de 2020.

Mientras tanto, la liebre se regocija de su robusto cuerpo atlético y observa con despreocupación el retraso en su arrancada, confiada en su largo historial de éxitos.

La liebre está llamada a ganar la carrera, pero, al igual que la tortuga, tiene que ajustarse al rigor de una carrera en la que no siempre ha ganado el que ha salido como favorito.



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