Cada día somos testigos de la fuerza con que la avaricia golpea a la gente sencilla y trabajadora de esta sociedad casi al borde de un ataque de histeria, como diría Almodóvar si viviera aquí.
La ridícula manera como los escuderos del capitalismo purgador quieren tapar el sol con un dedo despierta la burla. Porque no hay sol y el dedo que se enseña tiene un enorme garfio que sólo nos llama la atención por sus curiosos movimientos.
(Todo parece conspirar contra la esperanza. Pero no, seguimos arriba y al frente nosotros incrédulos, idealistas, intransigentes, resabiosos; nosotros los que dedicamos conocimiento, creatividad y esfuerzo para subvertir este desorden establecido (Mounier) y legalizado por una constitución muy personal).
Es que algún desconocido nos quiere llevar a ningún lado, por lo visto ese disco me recuerda aquel coro sonero: Ay Chacumbele / él mismito se mató. Que se joda, entonces.
Así suena el canto de los inscriptos en la lista de avariciosos capitalistas que buscan una medicina inexistente para curar sus sociedades desencajadas, sus balances en rojo, sus inservibles porcentajes de crecimiento económico. Están perdidos en una crisis cuya solución negaría la esencia de su capitalismo y no están en eso.
(Aunque nada se oye, en el horizonte, algo se mueve. Gente que mira desde el otro lado hacia la costa como si preparara una invasión de nuevas ideas que matarán el economicismo y pondrán al ser humano y sus necesidades como eje de la sociedad).
Que venga ya el sicariato económico que inventaron los falsos profetas para acabar con el chin que queda a nuestras moribundas economías dependientes.
Porque después que terminen el último bocado, en verdad conoceremos la real cara del monstruo, quien saldrá con su atuendo de guerrero a arrebatar sin disfraz las pequeñas gotas de agua y petróleo regadas por el mundo.
La señal de la paz será el día en que el nuevo héroe americano queme la primera goma en Broadway con 42.
*Cantautor dominicano
