La Fundación Institucionalidad y Justicia (Finjus) ofreció una información relevante cuando recordó que 36 de las 38 reformas constitucionales registradas en nuestra historia republicana han versado sobre el tema de la reelección, ya sea para eliminarla o para establecerla.

Es decir, 36 de esas 38 oportunidades han sido reformas centradas en una persona.

Eso habla muy mal del interés colectivo que debieran tener esos procesos.

En la actualidad estamos frente a un nuevo debate de una eventual reforma constitucional con el exclusivo propósito de restablecer la reelección.

En otras palabras, también está centrada en una persona.

Pero el proceso de reforma tiene sus reglas, que de seguirlas, serían simplemente parte de un juego político.

El Congreso Nacional podrá aprobar o rechazar el intento de reformar la Constitución para restablecer la reelección.

El país, inevitablemente , estará muy atento a ese proceso, en el que habrá muchas jugadas políticas.

Sin embargo, a lo que toda la nación debe estar atenta es a los métodos utilizados para pasar esa reforma.

Bajo ninguna circunstancia la mayoría necesaria se puede obtener con métodos espurios, corruptos o delictivos, pues sería ilegítima.

Lograda de manera transparente, utilizando las armas que permite la ética política, limitaría la reforma a una simple jugada política.

Veremos el devenir de los acontecimientos.