La propuesta del Secretario

La propuesta del Secretario

La propuesta del Secretario

No hay duda  que la propuesta sobre la modificación de la fecha en que discurre el año escolar que ha formulado el Secretario de Estado de Educación, licenciado Meláneo Paredes, está revestida de las mejores intenciones: sumar al tiempo de docencia los días que en el actual calendario son feriados y los de las vacaciones de Navidad.

La propuesta se inscribe  en el propósito de mejorar los resultados, sin dudas deprimentes, de nuestro sistema educativo. Investigaciones sucesivas promovidas por EDUCA, muestran que realmente el tiempo dedicado a la docencia es insuficiente para lograr la calidad de la educación esperada.

No obstante, esta propuesta tiene varias dificultades para su ejecución. En virtud de que la educación no ha logrado convertirse en prioridad para nuestros gobernantes, acumula carencias muy acentuadas que provoca la existencia de aulas sobrepobladas, casi el 50% con instalaciones en condiciones deplorables y sin servicios de agua potable.  Imaginemos esta situación en los meses de julio y agosto con las altas temperaturas que registra nuestro clima; pensemos en las aulas que funcionan en locales alquilados cuya construcción no fue pensada para ese uso; imaginemos en la magia que tendríamos que hacer los maestros/as  para mantener en atención a los y a las alumnas.

En los países de America del Sur se desarrolla el año escolar en el periodo marzo-diciembre, pero las vacaciones coinciden con su verano, su planta física no tienen las condiciones de la  nuestra, y sus aulas no tienen  la sobrepoblación en la dimensión de las nuestras. En estas condiciones, la propuesta, bien intencionada del Ministro de Educación, como medicina podría resultar peor que la enfermedad.

En tal virtud, los esfuerzos orientados a mejorar la calidad de los resultados del Sistema Educativo del país deben poner los énfasis en las cuestiones esenciales para el logro de la calidad.

El tiempo es un factor importante, no cabe duda, por eso soy partidaria de la jornada completa; es decir, que cada maestra o maestro trabaje ocho horas diarias, con un sólo grupo de estudiantes, de las cuales dedique seis a la docencia y dos para planificar su trabajo, reflexionar su práctica pedagógica, ofrecer tutoría a los niños y niñas con dificultades de aprendizajes, socializar con los padres y madres la situación de los y las alumnas, etc.  

Sin embargo, existen otros factores esenciales sin los cuales estimo muy difícil el logro de una buena educación.

Hacer del ambiente escolar un lugar atractivo para alumnas/os, tanto por lo agradable del espacio físico como por las relaciones humanas que allí se promuevan, disponer de maestras/os adecuadamente formados, bien motivados, con una alta autoestima, que sientan pasión por la labor de ensenar y aprender, permanentemente actualizados, con un apropiado sistema de acompañamiento en su gestión pedagógica, con salarios dignos, con un profundo sentido de compromiso en la construcción de una sociedad humana y solidaria, que reclamen derechos y cumplan deberes, constituyen imperativos de mucha incidencia para el propósito de una educación de calidad.

Para responder estos desafíos no es suficiente la modificación del calendario escolar.

 

*La autora es ex presidenta de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP).



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