“La pintura no es un sueño ni un deseo, es mi esencia”

“La pintura no es un sueño ni un deseo, es mi esencia”

“La pintura no es un sueño ni un deseo, es mi esencia”

El Pintor julio llort Invitado al Coloquio semanal del Periodico El Dia julio llort. Foto: Elieser Tapia.

Santo Domingo.-Afable, humilde y de caminar pausado, don Julio Llort llegó a la redacción del periódico EL DÍA para hablarnos de su vida y sentir por las artes.

Hijo de los españoles Julio Llort Pastellis y Antonia Guindulain Iglesias, el artista plástico y restaurador cuenta que su vida estuvo ligada a la pintura desde niño, “no fue un sueño ni un deseo, simplemente era parte de mí, es mi esencia”.

De familia catalana, la infancia de Llort transcurrió en un ambiente de pintores y escritores de renombre, amistades de sus progenitores. Don Julio recuerda de esa época las salidas al campo con su padre a pintar la naturaleza.

La formación

Llort, abanderado de la formación como base de un buen profesional, inició sus estudios en la Academia Tórrega, en Barcelona, donde se preparó en dibujo y anatomía humana, para luego ingresar a la Academia San Jorge, donde cursó la carrera de Bellas Artes.

En este tiempo logra ingresar como discípulo a los talleres de restauración del maestro Fernando Serra Sala, que en ese entonces era el director del Departamento de Restauración y Conservación del Patrimonio Artístico y Arquitectónico del Ayuntamiento y Diputación de Barcelona.

Aunque su estilo es impresionista realista, a lo largo de su carrera ha adquirido gran experiencia en diferentes técnicas de pintura y de materiales diversos, como el dorado en pan de oro, pintura al fresco, esgrafiados, estucos, vitrales antiguos, grabado sobre papel y xilografía sobre madera.

Madera de restaurador

A lo largo de su trayectoria se ha destacado por su trabajo en la restauración de obras, aunque confiesa que le gusta más la pintura, porque “para ser restaurador hay que ser pintor”.

Su trabajo con Serra Sala le dejó conocimientos a fondo sobre técnicas de pinturas y tratados con materiales y formulas antiguas.

Sobre su pinitos como restaurador le impactó el rescate de los frescos religiosos de las Capillas Románicas de los Pirineos españoles y su reubicación en las Salas del Museo de Arte Románico de Moutjvc, en Barcelona, de lo cual recuerda los intensos días de trabajo de campo y taller.

Llegada al país

Don Julio conoció el trópico gracias a sus padres, que se radicaron en Puerto Rico. De sus visitas a sus progenitores se enamora de la región y decide vivir temporalmente en Borinquen, donde puso a funcionar el Taller de Bellos Oficios de la Universidad de Río Piedras, colaborando con la restauración de piezas del museo de ese país.

En uno de sus viajes conoce República Dominicana, se enamora de su tierra y su gente y reconoce “aquí me sentí como en casa y gracias a mi amigo Tony Prats Ventos logré mi primer trabajo como restaurador”.

Con la anuencia del entonces presidente Joaquín Balaguer fue nombrado restaurador de la colección de pinturas del Palacio de Bellas Artes y lo que era una estadía de unos cuantos meses se convirtió en su residencia permanente.
En su estudio de Bellas Artes Llort restauró obras de los museos en ese entonces en construcción, como el Museo de las Casas Reales, Casa del Tostado, Patrimonio Cultural, Cabildo de la Catedral Primada, Basílica de Higüey y Convento de los Dominicos, entre otros.

Entre la restauración y la pintura, conoce a su compañera de vida Elizabeth Rosario, con quién ha mantenido un matrimonio de 50 años y formado una hermosa familia de tres hijos, a la cual se le suman sus cuatro nietos.

Valora de sus primeros años en el país la confianza depositada por el presidente Balaguer, quien además le confirió la restauración de obras de su colección privada. Hoy por hoy, Julio Llort goza del reconocimiento artístico y continúa su labor de pintura en temas variados de paisajes, bodegones y retratos.