El espíritu de la nueva navidad se estableció finalmente. Quedó claro que es el más importante acto consumista de esta sociedad capitalista.
Su nuevo e indiscutible líder es santicló, imitado por centenares de legisladores y funcionarios, quienes invocando el ejemplo balaguerista enseñaron las primeras lecciones del búscame-lo-mío a niños y niñas en todo el país.
Reinó el santo enviado del capitalismo, con su oferta de libre mercado. Se globaliza su oferta y nos incita a través de todos los medios a comprar cualquier cantidad de regalos-para-regalar. Así aprendemos que no es necesario encontrar motivos para hacer un presente.
La nueva práctica navideña también trajo, modernísimas versiones de reyes-magos, manejados a distancia desde curules o montados en veloces helicópteros de dejan atrás los venados.
Los jefes de la partidocracia, el presidente y sus hombres, los ministros, senadores y diputados, todos reafirmaron su religiosa conducta originada en un pragmatismo paniaguado y politiquero. Con esta muestra modernistas queda atrás el otrora líder navideño: el Niño Jesús.
Cuántos no quisieran que el espíritu de la vieja navidad vuelva a vivir entre nosotros y eche del templo a tantos mercaderes para que se lleven su ejemplo de oprobioso paternalismo, de mentiras sobre el amor al prójimo, de angurria y desidia, de engañosa avaricia, de tanta falsedad que hoy nos arropa. Creo que hasta yo quisiera