La mosca azul y el PLD

La mosca azul y el PLD

La mosca azul y el PLD

José M. Félix

Nunca habré de olvidar la tarde en que José Gregorio, un joven obrero militante del PLD, llegara a mi casa con un ejemplar de Vanguardia del pueblo. Parado delante de la puerta dentro de un capote de vinil, sostenía en sus manos aun mojadas, el periódico que me ofrecía como quien ofrece a un hambriento un trozo de pan.

Una caminata de cuatro kilómetros y un aguacero torrencial no impidieron a este joven trabajador cumplir con la labor mística de entregar a tiempo la importante encomienda partidaria. Este solo acontecimiento, que ante mis ojos se revelaba como el fruto de un quehacer político puro y revolucionario, me dejó un sentimiento verdadero de profunda admiración hacia él, que luego se extendería hacia todo el partido y su máximo líder por mucho tiempo.

Continué recibiendo el periódico por varios años más, de las mismas manos de siempre, y sin fallar un solo miércoles.

Eran los años del PLD en la oposición. Los años que desde su fundación en 1973 y bajo el recio liderazgo de Juan Bosch, se conformó en la estructura de un partido de cuadros cerrado que hacia política tradicional pero que al mismo tiempo utilizaba el ¨materialismo histórico¨ para educar a su militancia sobre la realidad política, económica y social del país y del mundo, en pequeños grupos que fueron creados para tales fines y conocidos por el nombre de “círculos de estudio”. Requisito previo para optar por la membrecía, la más alta posición a la que se podía aspirar a lo interno del partido.

Esos veintitrés años que transcurrieron antes de que el Partido de la Liberación Dominicana llegara por primera vez a ser gobierno en 1996 fueron, sin lugar a dudas, los más importantes para su militancia. Fue entonces cuando se fraguaron los sentimientos más nobles de solidaridad, compañerismo y amor al partido.

Momentos cuando “nadie era nadie”, solo el gran líder, maestro y guía sobresalía del montón. Era el tiempo de las rifas de apartamentos y carros Lada, en que cada miembro vendía con orgullo su cuota obligatoria de boletas. Tiempo donde se forjó el carácter militante y se militaba convencidos de que su lucha tenía el exacto significado contenido en el lema partidario: “Servir al partido para servir al pueblo”. Duros tiempos aquellos, pero sobrellevados con la dignidad que conllevaba el sacrificio de lograr finalmente la liberación de la patria.

Así era el PLD antes de que la mosca azul lo picara y que deslumbrado por el “oro y la grana” de sus alas inoculara el veneno del apego al poder. Tal y como lo describe Frey Betto en su libro “La Mosca Azul”. Un ensayo-reflexión sobre el poder en Brasil. Basado en el poema de Machado de Assís, trata “…sobre la mayor de las tentaciones humanas-el poder-, recorre la historia del Partido de los Trabajadores y su ejercicio de gobierno desde 2003”.

Este sueño que en el caso del PLD se hizo realidad con su llegada al gobierno en 1996, condujo a la más ruinosa transformación de ese partido. Los círculos de estudio fueron suplantados por la práctica electorera y el pragmatismo político (La realpolitik) se impuso como dogma vital. La desideologización se implantó y la cooptación de la cúpula partidaria, por los gigantes poderes corporativos del país, se consumó sin mayores problemas. La corrupción y el enriquecimiento ilícito, otrora estandarte de lucha en contra de otros gobiernos, se instaló rápidamente y conquistó adeptos en toda la estructura partidaria. El autoritarismo floreció en el comité político, aunque revestido de un “democratísimo” que solo buscaba la multiplicación de los afiliados para garantizar su propia existencia y perpetuación.

El cambio de rumbo hacia el conservadurismo político del partido no es un fenómeno de reciente aparición, hacía mucho tiempo que esta corriente había ganado terreno y finalmente derrotado las corrientes izquierdistas y marxistas dentro del partido. Los casos más antiguos son los del llamado grupo de Antinoe Fiallo y luego vinieron las expulsiones de Max Puig, Nélsida Marmolejos y de otros dirigentes (aunque tiempo después regresaron), así como la aparición de la APD (Alianza por La Democracia) y otras escinciones.

Esta corriente derechizante no hubo de pasar desapercibida para el propio Bosch, quien presentó su renuncia a la presidencia del PLD en marzo de 1991 esgrimiendo que “…en el PLD la mayoría de sus miembros son pequeños burgueses, bajo pequeños burgueses y se han dado cuenta que en el partido hay gente que ha alcanzado posiciones, como senadores, como diputados, como síndicos, como regidores, y entonces en el PLD eso ha provocado una corriente, de aprovechados, de oportunistas, buscadores de posiciones y de puestos públicos. Y esos han empezado a formar grupos y como no puedo presidir un partido en el que haya grupos decidí renunciar del PLD”.

Desde su llegada al poder, el PLD, con el Dr. Leonel Fernández, se comenzó a aplicar un paquete de medidas económicas típicamente neoliberales, caracterizadas por la privatización (llamada eufemísticamente “Capitalización de las empresas estatales”) de empresas de todo tipo (incluyendo todo el sector eléctrico) propiedad del Estado, es decir del pueblo.

Desregulación de las actividades del gran capital, y una política de “laissez faire…” que redujo la participación de las remuneraciones al trabajo en el ingreso nacional, complementaron la nueva y antipopular estrategia económica, que vino a dar al traste en el 2000 cuando el PLD pierde las elecciones de ese año. El candidato perdedor de entonces lo fue Danilo Medina.

“De nuevo en el poder Fernández aplicaría una política económica abiertamente neoliberal, producto en parte de los acuerdos firmados con el FMI y por otro lado por la necesidad de poner a crecer la Economía, en recesión por esos días, pero sin tomar mucho en cuenta los efectos redistributivos. Su mayor preocupación en ese momento era la de producir cifras positivas en las variables económicas, lograr la estabilidad macroeconómica, y generar un aumento en el consumo que permitiera sostener el crecimiento del Producto en el tiempo, sin que importara mucho quien se quedara con la mayor parte del pastel” (Ver ¿Abandono realmente Leonel el neoliberalismo?”,jmf,7dias.com, Oct.2011). El producto crecía de año en año pero fundamentalmente los ricos se hacían más ricos y los pobres eran más pobres. La esperanza del pueblo en el proyecto de “liberación “del PLD era verde y se la habían comido los pájaros.

Mientras tanto la corrupción administrativa produjo varios nuevos multimillonarios que han permanecido sin ser procesados por enriquecimiento ilícito, gracias al nivel de impunidad alcanzado. La corrupción se manifestó en diferentes formas, sobretodo como sobrevaluación de obras y sobornos (caso Oderbretch), tráfico de influencia, otorgamiento de permisos, comisiones en compras y servicios, abultamiento de nominas y múltiples formas de negocio con el Estado.

Ya para el final del tercer periodo del Dr. Fernández, las contradicciones y el agotamiento del modelo neoliberal habían alcanzado niveles preocupantes, lo que hizo necesaria por ese entonces la transferencia de recursos cuantiosos a la campaña del Lic. Danilo Medina, causa fundamental del déficit presupuestario estimado en alrededor de 200 mil millones de pesos.

El nuevo presidente Medina inaugura un gobierno de tipo social-liberal, que no es idéntico al neoliberalismo ya que incluye ciertas preocupaciones sociales tendentes a mejorar las condiciones de los pobres, como es lo del 4% del presupuesto para educación, la construcción y entrega de apartamentos focalizados, una mejor distribución en los contratos de construcción de escuelas (aunque empañados por el caso OISOE), aumento de los programas de asistencia social, entre otros, pero en lo fundamental dejando intacto, tanto el instrumental macroeconómico del modelo neoliberal (Ver “Maquillando el modelo”, jmf, eldia.com, Ene.2015), como al gran “abismo social”, o sea, la gran desigualdad social existente entre la Oligarquía enriquecida y la masa empobrecida, desesperanzada y olvidada.

En tanto la corrupción continúa, y se da el fenómeno de que por un solo caso puesto al descubierto, el de Oderbrecht, se ha producido una fisura en el modelo, que a pesar del “maquillaje”, está nuevamente dando muestras de franco agotamiento, provocando pobreza, desigualdad social, enajenación del patrimonio público, escasa generación de empleo formal y bajos salarios, además de explotación despiadada de nuestros recursos naturales, déficit y endeudamiento público (talón de Aquiles del modelo).

El PLD, reducido ahora a tan solo una gran maquinaria electoral, dejó atrás los principios y valores que le dieron origen, por lo que el viejo sueño de la liberación nacional, deberá ser llevado a cabo por el propio pueblo organizado, al lado de un nuevo liderazgo que evite, con todas sus fuerzas, la picada artera de la mosca azul.



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