La inmigración haitiana

Celedonio Jiménez

La inmigración haitiana en República Dominicana es un tema espinoso. Sobre él surgen las más enconadas pasiones, algunas de las cuales hunden sus raíces en las viejas confrontaciones históricas entre dos naciones que forman parte de una misma isla.

Para algunos la masiva presencia de nacionales haitianos en nuestro país constituye el “principal” problema nacional, puesto que entienden que la misma apunta a la “colonización” y “conquista” de nuestro territorio.

Los anteriores planteamientos que, en nuestra opinión, se inscriben dentro de lo que el papa Francisco ha denominado la “retórica del miedo”, ha ganado muchos seguidores en la sociedad dominicana, en el ámbito popular e intelectual.

El gran incremento del ingreso al país por parte de nacionales de Haití ha estado acompañado de la ausencia de una política seria por parte de los dos Estados involucrados favorecedora de la regularización del proceso.

Esta ausencia da lugar al incremento de la llegada de indocumentados.

Para el padre jesuita Regino Martínez tal ausencia no es casual, obedece a la imposición de intereses de sectores de ambos países que se benefician con la irregularidad.

La corrupción y las ganancias que se obtienen del tráfico ilegal de extranjeros por la frontera terrestre están a la orden del día.

¿Es acaso por humanidad que nuestros controles fronterizos permiten la numerosa entrada de haitianas embarazadas que vienen a parir en nuestras instituciones hospitalarias?

Todo lo anterior no justifica, sin embargo, que algunos dominicanos se hagan abanderados de la elevación de muros entre RD y Haití, ni de consignas que aviven la confrontación entre pobladores de la isla. Confrontación que en una perspectiva humana se tendrá que lamentar.

Resolver a través de los medios pacíficos debe ser una consigna del momento. Resolvamos en paz.

Que no se promueva la violencia, el recelo, ni la desconfianza entre naciones, no agrandemos las distancias.

La inmigración haitiana es un hecho determinado por situaciones objetivas, al igual que las que empujan a los dominicanos y dominicanas a emigrar a Estados Unidos, a Europa y a tantas otras partes del mundo.

La isla la “Española”, fue la primera en ser colonizada en el continente.

De ella vinieron Haití, el país más pobre del continente, y República Dominicana, también otro de los más pobres. Sus realidades descansan en estructuras excluyentes que aun dominan.

Como dominicanos defendamos el interés nacional-popular pero sin dejar de actuar con apego a los derechos humanos y la solidaridad frente a quienes como fuerza de trabajo han contribuido a la creación de muchas de nuestras riquezas.