La honestidad un valor en problema

La honestidad un valor en problema

La honestidad un valor en problema

La interacción humana y la relación entre ciudadanos necesitan un marco de credibilidad que genere confianza y armonía.  Este ambiente se construye en el espacio individual pero, se refleja de manera colectiva en la sociedad.  Está ligada a la verdad y a su valoración cada vez más relativa entre la existencia de algo y lo que se expresa.  En la política y en los negocios, es que esto último toma mayores dimensiones.  La fuerza de la verdad y honestidad estará muy amarrada a resultados.

Nadie está obligado comercialmente a transparentar detalladamente el trayecto truculento del precio de origen, al del consumo final, porque esta es la esencia del arte de ser un buen comerciante.  Así la política en su ejercicio esta revestida de movimientos habilidosos, con los que se logra credibilidad y endoso de voluntades, aquí la relatividad  de la honestidad y la verdad adquiere estatura mitológica y esto complejiza y distorsiona valores sociales. Se percibe entonces que los políticos no son serios.

La honestidad en el modo de producción que conocemos vivencialmente, que es el capitalista, no es proponente, es total, absoluto y concluyente.  Al ser así sin medianía, no hay planteamiento serio sin respaldo económico, pues está conexo a la capacidad de cumplir con obligaciones contraídas, las cuales siempre implicaran compromisos de recursos materiales, cuantificables en términos económicos.  En esto se fundamenta el crédito y más aún el memorial crediticio, convertido en la herramienta más importante para la gestión de riesgo, en cualquier operación social, económica y hasta política.

También se construye la moral, que es aprendida, no natural, de la cual velaran instituciones cuyo interés es más filosófico, ideológico y espiritual que económico, para mantener en equilibrio el contrapeso.

Visto así, ¿habría espacio para ex deshonesto(a) y para ex honesto(a)?  Para este último no, pero el primero tendría chance.  Naturalmente la existencia de una nueva oportunidad estaría ligada a la lógica de la economía; al embilletamiento, que en el lenguaje del barrio sería; plata, money, no es pendejo, esta buchú, se paró, con el efectivo.  En otros niveles de la sociedad lo aclamarían como un hombre o mujer de trabajo que cayó en una trampa y merece una oportunidad.  Los que aspiran a sus favores, consolidación de proyectos, generación de conectores, le abrirán camino destacándole que todo le que sería permitido, menos una recaída. Por consiguiente hay que mantener la forma. Aunque tenga que decir voy al norte, cuando en verdad es al sur.

En los Estados Unidos, nuestro modelo, todo está en venta y tiene un precio, desde una visa hasta un crimen. El lobista resolverá, el departamento de estado está en sus manos. Por eso las visas que quitan son recuperables, comprables y gente que lo único que vale es dinero, requeteanuncian su periplo por USA, como muestra de que están bien.  Medir la honestidad, sin dinero de por medio, es casi imposible. ¡No hay serio arrancado! Observe la calidad moral de ciertos peloteros y de muchos políticos.

¿Pero qué hacemos? La sociedad es un conjunto de conjuntos en el que cabemos todos, buenos, malos e indiferentes. Ricos, pobres, honestos y delincuentes. Todos en el mismo globo donde los tripulantes deben mantener activa su capacidad  para generar controles y reguladores que permitan la coexistencia en santa paz, abriendo permanentemente nuevas oportunidades, de manera, que la esperanza viva, como aceleradora de procesos y como freno.

Si las hojas que hoy son verdes mañana están maduras, secas y luego en un proceso de desintegración orgánica natural. Las cosas pueden ser o verse de un color hoy, y mañana de otro. Así también la vida del ser humano. Los hay que se resisten al cambio, como me decía mi tío Chemo, “solo lo arregla el pico y la coa en los siete pies de cementerio”.  

En esta rara mezcla  desarrollamos la vida en sociedad. A veces quienes aspiran a trazar pautas no son capaces de controlarse a sí mismo. Pero en el buche de la gallina lo que hay es piedra para ayudar a demoler el maíz. El proverbio bíblico dice: “el necio aunque lo majen con pisón y entre granos de trigo no dejará su necedad.  Promover la honestidad desde la familia debería llegar a ser política de Estado.



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