La historia se repite, como el hastío, la rebeldía, como la noche y el día

La historia se repite, como el hastío, la rebeldía, como la noche y el día

La historia se repite, como el hastío, la rebeldía, como la noche y el día

Porque… Desean que reine el silencio,

de sus desvaríos subterráneos.

 

“Porque no hay nada encubierto

que no haya de descubrirse,

ni oculto que no haya de saberse”.

Lucas.-

               

“Durante el fin de semana los gallinazos se metieron por los balcones de la casa presidencial, destrozaron a picotazos las mallas de alambre de las ventanas y removieron con sus alas el tiempo estancado en el interior, y en la madrugada del lunes, la ciudad se despertó de su letargo de siglos con una tibia y tierna brisa de muerto grande y de podrida grandeza”.

Al leer ese párrafo de Gabriel García Márquez en su novela “Otoño del Patriarca”, es como si quisiésemos traer este pasaje del pasado literario al futuro-presente en el cual vivimos, y quisiéramos con ansias vivir ese momento, donde toda grandeza inflada, cual globo de ensayo se desinfla y desaparece con un simple pinche producido talvez con un pequeño y temible dardo de valor patriótico y moral.

Lamentablemente, la solución a nuestros graves problemas como nación y como personas, cada cuatro años la fundamentamos en la búsqueda del Mesías prometido y su autoproclamación de salvador nacional.

Esto, en base a teorías y propuestas que se hacen viejas e ineficientes sin salir del papel o la rancia y engañosa oratoria. Es la razón por la cual, antes de acabar el periodo del iluminado, clama por más y más tiempo, preparando al final de cada etapa, el terreno para obtener el próximo y el subsiguiente período, dando y dando lo que no le corresponde, incrementando el clientelismo y la incultura, que desde los años sesenta ha demostrado su efectividad mediante “el vuelve y vuelve”, basados en quienes, cuyos estómagos están colocados en la cavidad donde se supone debía estar el cerebro.

Al final, todo continúa igual, porque hay que pensarlo mil veces para creer en las promesas de los políticos cuando están en campaña, ya que luego, se convierten en verdaderos cuervos que solo buscan obtener el poder para sí mismos, sin importarles un comino los demás, es decir el pueblo, a quien supuestamente deben estar a la disposición.

Esta crítica situación política, económica, institucional y moral que padecemos, parece una copia fiel a lo expresado por Cicerón hace unos 2064 años, ante un calco situacional gemelo, al parecer, que en esos momentos padecía Roma y que hoy nos cae, como anillo a la medida, en todos los sentidos lo expresado por él, en todos, absolutamente en todos.

Fíjense que lo que a continuación cito, es como si hubiese sido expresado por cualquier ciudadano de esta fértil, rica y violada media isla: “El presupuesto debe equilibrarse, el tesoro debe ser reaprovisionado, la deuda pública debe ser disminuida, la arrogancia de los funcionarios públicos debe ser controlada y, la ayuda a otros países debe eliminarse, para que Roma no vaya a la bancarrota. La gente debe aprender nuevamente a trabajar, en lugar de vivir a costa del Estado”.

Auxiliamos a otros de afuera, mientras aquí la Universidad más antigua del Nuevo Mundo se ve obligada a cerrar recintos estudiantiles por falta de fondos. Los locales de las escuelas públicas, en un porcentaje que avergüenza, se caen a pedazos, se derrumban sus paredes y los baños son verdaderas pocilgas indignas hasta para los mismos cerdos. Mientras tanto, se reparte y reparte alimentando el clientelismo y el liderazgo en base a ofender la miseria de los que apenas, quizás sepan firmar su nombre. Es que en el fondo del asunto, no les interesa la educación, porque la ignorancia resulta más rentable. La transparencia no debe reducirse a la retórica de funcionarios toreando un sueldo y mandando al limbo las indelicadezas, por ser tan delicadas que se caen de las manos.

Tirar la toalla sería la opción más viable y cómoda que nos presentan o de lo contrario, nos sueltan los perros porque quiérase o no, la meridiana verdad es que creen a pie juntillas, que son ley, batuta y constitución. Vaya usted a ver qué vaina, pero, eso sí…

La historia vuelve a repetirse en lo bueno y en lo malo, sin que estos personeros se den por aludidos. No quieren comprender, no quieren entender. Quizás es que sean como el número cero, sin valor propio alguno y solo nos resta esperar que llegue el día en que cuenta se darán, que, como expreso Sófocles “Una mentira nunca vive hasta hacerse vieja”.

E-mail: rafaelpiloto1@hotmail.com

Twitter: @rafaelpiloto01



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