Era, como lo fue, cuestión de tiempo la expulsión de Guido Gómez Mazara de las filas del Partido Revolucionario Dominicano.

Miguel Vargas, como dueño absoluto de ese partido, no le iba a perdonar sus cuestionamientos públicos y los calificativos sobre su persona que hacía Gómez Mazara, quien era prácticamente el último enemigo del grupo que decidió marcharse para integrar el Partido Revolucionario Moderno.

Sin embargo, este caso evidencia que una nueva crisis interna se avecina en el PRD, ya que es conocido que muchos perredeístas no simpatizan con el estilo de Vargas.