Lo más lógico era pensar que los miembros de República Dominicana en el insustancial Parlamento Centroamericano (Parlacem) llevarían un candidato común para enfrentar al aspirante de otro país.

Al final de cuentas, el honor sería para el país más que para un partido en particular.

Que conste, que el Parlacem, en la práctica, no representa absolutamente nada para la República Dominicana, más que un gasto prescindible.

Ese gasto debió aparecer en la primera línea entre las instituciones que podían eliminarse, lista que en estos días está de moda.

El poeta Tony Raful salió victorioso en esa elección y presidirá el Parlacem el próximo año, pero debió derrotar a la también dominicana Marta Pérez, que presentó su candidatura apoyada por una parte de la representación criolla.
Sin embargo, fue el peledeísta Manolo Pichardo quien dio luz de lo que realmente ocurrió.

El Comité Político del Partido de la Liberación Dominicana nombró una comisión conformada por Temístocles Montás, Radhamés Jiménez y Radhamés Camacho para que atendiera esos asuntos, pero estos tomaron su decisión sin hablar con los peledeístas miembros del Parlacem y decidieron presentar a Marta Pérez.

Los peledeístas con más tiempo en esa instancia se hicieron de la vista gorda con esa línea, porque se sentían comprometidos con un acuerdo previo de apoyar en esta oportunidad a Tony Raful, ya que este contribuyó a que un peledeísta ocupara la posición en 2011.

Aunque no se proclamó como una rebelión, los comisionados no lograron su cometido, porque a fin de cuentas no todos le hicieron caso.