La cuarta revolución industrial

La cuarta revolución industrial

La cuarta revolución industrial

Por J. Alexander Pérez

La palabra “revolución” tiene un uso frecuente, constante, permanente en el mundo político, algunos incluso la asocian a una guerra de fundamento socialista, pero es más que eso, se trata de un proceso de transformación veloz, expansiva y radical en una determinada organización social.

Si nos vamos a la palabra: “industria”, es el proceso de transformación en escala de los bienes de producción.

En este continente donde nos ve el sol, a lo largo de su  historia hemos tenido tres revoluciones: la de Haití, de 1791 a 1804 y la de Estados Unidos de 1861-1865 que abolieron la esclavitud, y la de México de 1910 que democratizó la tenencia de las tierras.  

De acuerdo a los tratadistas de los procesos sociales, políticos y económicos, la humanidad se inserta en la cuarta revolución industrial, que supone un proceso de transformación y modernización capitalista.

Ahora bien, ¿cuáles han sido los saltos que ha dado la humanidad para alcanzar el cuarto peldaño en la escalera del desarrollo y la modernización?.

La Primera Revolución Industrial está considerada como una profunda transformación en los procesos de producción que se originó en Inglaterra, a partir del 1760, y que tuvo su impacto en todas las manifestaciones humanas como la economía, política, lo social y cultural.

Pero esta no sólo es importante por los hechos antes citados, sino también porque sirvió de sustento, o de correa de transmisión al desarrollo capitalista, partiendo de que introduce las energías y la tecnología en la actividad fabril y moderniza el transporte y las comunicaciones, y por consiguiente, el fortalecimiento de la burguesía.

La misma velocidad, y la  expansión que este fenómeno impregnó al sistema de producción capitalista, siguió con la Segunda Revolución Industrial a partir del 1870, que se caracterizó por el surgimiento de nuevas fuentes energéticas, (petróleo y electricidad); modernización de la actividad productiva, (al surgir la industria química); modernización del transporte, (navegación marítima, ferrocarril, automóvil, aviación, etc.);  y el fortalecimiento de una burguesía industrial y financiera, no sólo en Inglaterra, sino también en Alemania, Francia, Japón, Estados Unidos y otros.

La mente humana no se detiene, en términos del desarrollo capitalista emula las vueltas que da la tierra sobre su eje porque tras algunas décadas impulsa una Tercera Revolución Industrial, que en pocas palabras convierte el planeta en una “aldea global”, como observara el filósofo canadiense,  Marshall McLuhan.
Este nuevo salto del desarrollo en mucho es la sociedad que hemos construido tras la II Guerra Mundial, cuando Estados Unidos emerge como la nación líder del mundo capitalista, pero las devastaciones provocadas por la conflagración diezman la capacidad de Europa para adquirir bienes de fabricación estadounidense, entonces surge el llamado Plan Marshall, que inyecto US$13,000 millones para la reconstrucción de 16 países de los que estuvieron involucrados en la guerra.

De esta forma se revierte el proceso de contracción económica que se derivó de la guerra, con aumento en los precios de la energía y las materias primas.   

Los matices que se pueden enumerar de esta tercera revolución industrial son la alta especialización de los recursos humanos y organización de los horarios de trabajo; la tecnología, descentralización de la producción, la microelectrónica, novedosos esquemas energéticos, como las renovables y otros.

El desarrollo de los medios de comunicación como la televisión, fax, internet. Además, el uso del mineral silicio, para el impulso de la microelectrónica

El hidrógeno, como vector energético  para almacenar energía en escala, o una evolución, hacia un nuevo concepto de gestión de redes eléctricas, las baterías recargables, vehículos eléctricos,  Híbridos enchufables, híbridos eléctricos regulares de pilas de combustible, con una energía de propulsión.

La Cuarta Revolución Industrial

En la cuadragésima sesión de la Asamblea Anual del Foro Económico Mundial de Davos, 2016, uno de los elementos que más controversia produjo fue la conclusión de que en las grandes economías del planeta en los próximos años se perderán más de 5 millones de empleos, lo que supone un desafío tan complejo como superar el yihadismo islámico en el mundo de hoy.

Desde el surgimiento de la Primera Revolución Industrial hasta llegar a nuestros tiempos, cuando la Cuarta está en proceso o en gestación, hay que señalar que estas no han surgido como un movimiento repentista, sino que se  han venido construyendo en forma paulatina durante décadas hasta consolidarse como poderosas superestructuras que doblegan todas las manifestaciones humanas vigentes.

Los fenómenos que caracterizan la Cuarta Revolución Industrial determinan que no estamos ante una extensión de la tercera, sino la construcción de un nuevo esquema sustentado en la robótica, transformación cuántica,  nanotecnología, inteligencia artificial, tecnología exponencial, etc.

Es decir, avanzamos hacia un modelo de «fábrica inteligente», porque los sistemas ciberfísicos propiciarán una conjunción de las maquinarias con procesos digitales capaces de generar decisiones autónomas, cooperar entre ellas y con la actividad humana.

Para que se entienda bien claro el impacto de este fenómeno de transformación humana, los  tratadistas estiman que en los próximos 15 años generará un superávit económico superior a los US$$14,2 billones.

Klaus Schwab señala que La cuarta revolución industrial, no se define por un conjunto de tecnologías emergentes en sí mismas, sino por la transición hacia nuevos sistemas que están construidos sobre la infraestructura de la revolución digital.

Añade: “»Hay tres razones por las que las transformaciones actuales no representan una prolongación de la tercera revolución industrial, sino la llegada de una distinta: la velocidad, el alcance y el impacto en los sistemas. La velocidad de los avances actuales no tiene precedentes en la historia, y está interfiriendo en las industrias de todos los países”

El profesor Carl Benedikt, de la universidad de Oxford advierte que en las próximas décadas la IV Revolución Industrial eliminará el 47% de los trabajos de  hoy, porque dejará sin empleos a los banqueros, oficinistas, camareros, dentistas, taxistas, abogados, pilotos y otra gama de oficios de uso común en la sociedad de hoy.

Añade que este proceso económico-tecnológico evoluciona a una velocidad superior a las tres anteriores. Sin embargo, aclara que la implementación de nuevas tecnologías implica un ritmo más lento, porque los procesos laborales necesitan ser reestructurados hacia esos nuevos esquemas para que sean productivos.

El gerente general de Microsoft en Argentina, Diego Bekerman, expresó: “Venimos de tres revoluciones industriales tangibles y concretas, cada una separada más o menos por un siglo. Pero esta, la cuarta, es la revolución del conocimiento, de la innovación, atravesada por la tecnología, y es menos tangible y solo han pasado 50 años desde la tercera”.

“Básicamente hablamos de la “nube” y de la capacidad de acceder al procesamiento, captura y generación de información a altísima velocidad, lo que da gran acceso a los gobiernos y corporaciones, pero también a un pequeño municipio o una pyme, porque el costo es como pagar la luz”, aclara el gerente de Microsoft, y adelanta: “Hoy hablamos de la nube y pensar en tu smartphone, pero las heladeras, semáforos, sensores fluviales, todo va a poder estar interconectado y generar un volumen de datos”.

De acuerdo han establecido los más entusiastas analistas del proceso, aunque las economías más avanzadas son las que lo absorberán a mayor velocidad, las emergentes serán las más beneficiadas, porque aumentará los ingresos globales en forma significativa, y por consiguiente elevará la calidad de vida de los pueblos en la medida en que sean capaces de innovar e insertarse.   

A pesar de las enormes expectativas que predominan en la mente de los más grandes empresarios del planeta, los cientistas sociales prevén que aumentará la desigualdad en el reparto del ingreso. Sobre todo, quienes no logren insertarse o adaptarse a tiempo, simplemente se quedarán atrás y perecerán, cabe destacar que el futuro del empleo estará sustentado en plataformas que aún no existen.

Los más pragmáticos observan que los obstáculos de mayor importancia para la implementación del fenómeno lo constituyen las estrategias proteccionistas, las barreras no tarifarias y normativas del comercio mundial, precisamente de las grandes naciones.

De acuerdo a los cálculos, a junio pasado la cantidad de usuarios de celulares superaría los 5.000 millones, cuando el 2016 cerró con unos 4.800 millones, de los cuales 2.6 mil millones portan un teléfono inteligente. De acuerdo con proyecciones de Ericsson, en 2019 habrá 6.1 mil millones de usuarios conectados a internet desde un smartphone, es decir el 70% del planeta.

Las más grande compañía de taxis, Uber, no tiene un auto propio; Airbnb,  que tiene presencia en los principales polos turísticos del país, no cuenta con una habitación y sin embargo, es la que coloca en una la mayor cantidad de viajantes. Facebook,  que maneja la mayor empresa de contenido de textos, no tiene una redacción. Amazon o Alibaba, no tienen una mercadería. Todo esto es la expresión de la innovación, de los cambios que nos impone la IVR

Frente a este fenómeno global la República Dominicana tiene un fuerte desafío por delante, porque si bien, ni siquiera ha ingreso bien a la tercera, ya debe prepararse para el impacto que significa asumir los compromisos que le impondrá la cuarta.

El primer país en trazar una «estrategia de alta tecnología» en su agenda de desarrollo fue Alemania.

Chile, que es sin lugar a dudas el más avanzado en América Latina, ha iniciado procesos de innovación para impulsar estos nuevos modelos de desarrollo y alcanzar los esquemas de productividad y competitividad que impone.

Al fenómeno de la Cuarta Revolución Industrial no se accede en forma simple, se necesitan procesos de integración corporativas y de estado, porque los desafíos son complejos, costosos y delicados.

 



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