La ciudad “para mí solito”

La ciudad “para mí solito”

La ciudad “para mí solito”

Rafael Molina Morillo, director de El Día

Cada año se repite la historia de la Semana Santa como una temporada supuestamente religiosa, pero la verdad es que en nuestro país son más los que aprovechan el indicado asueto para vacacionar, entregarse a actividades bucólicas y divertirse de lo lindo, que aquellos que sinceramente se entregan a la meditación y la observación de los ritos que acompañan a la fe cristiana.

No critico a unos ni a otros. Cada cual con lo suyo hace un saco y se mete, como dice el refrán. Lo que está mal es utilizar el pretexto religioso para disimular el libertinaje en que deviene la conducta de los mismos que se dan golpes en el pecho y ponen cara afligida , como el lobo que cubre su maldad con piel de oveja, a la hora de fingir escenas obligadas de falso dolor.

Por otra parte están los que se quedan en sus hogares dizque para “disfrutar” de la ciudad tranquila que les dejan, para ellos solitos, todas las calles, avenidas y parques.

¡Mentira! La mayoría de los que se quedan lo hacen porque no cuentan con presupuesto para irse de fiesta. Solo unos pocos permanecen en sus casas para ir a las iglesias.

Los demás también quisieran irse a la playa, a la montaña o al extranjero, pero no pueden, porque esos placeres cuestan muy caros. Entonces viene el cuento de que “me quedo para gozar la ciudad vacía, para mí solito”.
Muy bien. Ahora que me cuenten una de vaqueros.



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