La Ciénaga: cuando no la inunda el río, la ahoga la delincuencia

La Ciénaga: cuando no la inunda el río, la ahoga la delincuencia

La Ciénaga: cuando no la inunda el río, la ahoga la delincuencia

Santo Domingo.- Los nervios, la  inseguridad  y el miedo son los sentimientos que día a día afloran entre los habitantes del sector La Ciénaga, debido a la delincuencial que los azota.

«Yo quiero morir porque el Señor me lleve, no porque me mate un delincuente y a eso es que uno le teme», expresó con gran preocupación Juan Ruiz, residente barrio paupérrimo levantado de manera improvisada a orillas del río Ozama, y escasos cinco minutos de la Zona Colonial de Santo Domingo.

Esta situación obliga  a los residentes a mantenerse en sus hogares a puerta cerrada,  ya que la ola de atraco y robos es el pan de cada día.

«Uno está en su casa y siente miedo de que entren y roben o peor que te quiten la vida, esto es horrible aquí  matan  dos y tres  diarios, esto no tiene comparación»,   dijo Ruiz.

Expresan que no puede  salir de sus casas y que se sienten presionado por la situación.

Los moradores dicen que en más de una ocasión han sido testigos de atracos y no pueden hacer nada, para no ser atacados también. Denuncian que las autoridades no están realizando el patrullaje suficiente para que cese la delincuencia en el sector.

En horas de la noche no hay autoridades policiales vigilando el sector, lo que los hace más vulnerables de convertirse en víctimas de los actos delictivos, dijeron varios vecinos.

De su lado, comerciante consultados dijeron que sienten mucho miedo y que tienen que estar «con cuatro ojos», por miedo a los ladrones, que se meten sin importar sea de día o de noche. Debido a la inseguridad y la falta de un eficiente patrullaje policial, los negocios tienen que cerrar sus puertas más temprano, con lo cual también bajan sus ventas.

Don Tomás,  propietario de un pequeño colmado, indicó que lo más triste del caso es que los ladrones son jóvenes, que por un celular de menos de 300 pesos son capaces de asesinar a una persona, aun se su propio vecino.



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