En Haití, fruto de la reciente tragedia, está sucediendo algo sin precedentes en ningún otro lugar del mundo. El presidente de esa nación, René Preval, a falta de un Palacio Nacional, que se destruyó con el terremoto, se encuentra en el aeropuerto de ese país, con una parte de sus colaboradores.
Allí recibió al presidente dominicano Leonel Fernández. Allí recibirá a otros presidentes, si llegaran; y desde ese lugar despacha como Presidente y da soluciones de Estado a las tareas y los retos que tiene por delante.
En medio de la desolación, el desastre y el dolor humano tan desgarrante, luce que tiene las fuerzas necesarias y la serenidad que demanda el momento para sacar al país de la prueba que atraviesa.
El gesto de la República Dominicana, extendiendo su mano, es una acción que se repite a nivel mundial, con todos los presidentes y líderes mundiales, que directamente, o a través de sus representantes diplomáticos, mantienen su atención en el día a día y las demandas urgentes que hace el presidente Preval a través de los medios que tiene a su alcance.
Hay muchas demandas, las ayudas se están priorizando. Llegan las que son de mayor urgencia. La tragedia que vive nuestro vecino país solo podrá ser superada respetando esa cadena de prioridades. De lo contrario, todo lo innecesario, que no tiene carácter de prioridad, podrá interferir y desviar esfuerzos que no darán sus frutos. La comunidad internacional debe aportar y apoyar a Haití con apego a esa cadena de prioridades.
