“… la cual tendrá su pabellón tricolor, en cuartos encarnados y azules atravesados por una cruz blanca…”.

Así se describió nuestra bandera en el juramento de los trinitarios, cuando los conjurados se reunían clandestinamente en la casa de doña Chepita Pérez, con riesgo de sus vidas, para crear la República Dominicana.

Desde entonces hasta hoy el pabellón patrio ha ondeado orondo bajo el cielo, testigo de heroicos episodios que nos llenan de orgullo.

Pero ¡mucho cuidado!, no nos descuidemos con los símbolos patrios. No permitamos que pierdan su esplendor. Seamos todos vigilantes de su brillo.

No sabemos a quién le toca cambiarla, pero la bandera que adorna el parquesito de La Lira, en la convergencia de las avenidas Lope de Vega y Lincoln, está desflecada, descolorida y sucia. Ojalá que hoy mismo se corrija esta afrenta.