La avaricia

La avaricia

La avaricia

Muchas mentiras se dicen para que la gente no se de cuenta de sus verdaderos problemas. En mi juventud hablábamos de pensamiento crítico como un esfuerzo por superar esas cortinas que ocultan la verdad, y enfrentar los verdaderos problemas, no los falsos que nos presentan en discursos y análisis de fantasía.

Bosch, lo cito de memoria, contaba la historia de un fulano que era bizco y era perseguido por un toro, pero su estrabismo lo hacía ver dos toros, de pronto vio frente a sí una casa con dos ventanas abiertas, cuando en la realidad era una sola ventana, y corrió hacia ella, pero por su condición visual terminó tirándose por la ventana que no era y lo atrapó el toro que si era.

Bosch vivió en carne propia como las apelaciones a ideologías construidas para estafar a la gente se usaron para destruir la democracia incipiente que él lideraba con la voluntad de la mayoría de nuestro pueblo expresada en las urnas.

La ideología anticomunista -que no era otra cosa que impedir las reformas sociales y económicas que beneficiarían nuestros pueblos- que desarrollaron académicos al servicio de los intereses imperiales y de las grandes corporaciones, fue sembrada en nuestra sociedad por el trujillismo y continuada por sus pupilos más perversos.

Destruyeron con esa ideología los primeros pasos de las reformas sociales que necesitábamos, en el contexto de una de las constituciones más avanzadas de su tiempo, garante de la libertad y la voluntad popular. Nuestro pueblo fue hundido en la miseria y se asesinaron miles de dominicanos y dominicanas por los siguientes cinco lustros.

Miembros de la clase media, periodistas, sacerdotes, jóvenes, y algún que otro obrero y campesino, fueron tomados de tontos y actuaron en contra de sus propios intereses. Los oligarcas y quienes se apropiaron de los bienes de los Trujillo se reían por sus adentros viendo el suicidio colectivo que favorecía sus intereses.

Al igual que en su momento se acusó a Bosch y la Constitución del 1963 de comunista, cuando en realidad era la codicia de unos pocos lo que nos hundía como sociedad, hoy tenemos a mucha gente dando palos a ciegas a problemas que no son tales, mientras la avaricia sigue siendo el problema que está llevando a todo el planeta a su aniquilación.

Hasta donde sé, quizás estoy equivocado, pero la avaricia sigue siendo uno de los pecados capitales. Fruto de la avaricia unos pocos explotan el trabajo de la mayoría, roban los bienes públicos, bloquean el acceso a buenas pensiones y mejores servicios de salud para robar el aporte de los trabajadores, contaminan el medio ambiente con derivados del petroleo, y se esfuerzan cada día en inventar mil formas de que la riqueza generada por todos termine la mayor parte en sus bolsillos.

Mientras un ratero común se roba 7 mil pesos y lo condenan a 20 años de cárcel, según noticia de la pasada semana -curiosamente en San Juan de la Maguana-, algunos senadores, funcionarios del gobierno, diputados, líderes políticos, empresarios, y todos los narcotraficantes, ostentan miles de millones de pesos, dólares y euros que les roban a nuestro pueblo y son tratados como señores y señoras respetables, se toman fotos con gente honesta pero ingenua, y son portada en revistas de sociedad.

Lo grave es que mucha gente del pueblo, que padece miseria por la acción de esos truhanes, los siguen viendo como gente respetable, cuando son los responsables de su pobreza. La prensa se ocupa de crear “falsos problemas” y ponen a todos a opinar y tomar posturas sobre cuestiones que no tocan los intereses de los codiciosos en control del poder político, social y económico.

Igual que en 1963 muchos voceros de ideologías y contra-ideologías inventadas para mantener a la gente pensando estulticias ajenas a sus intereses ocupan hoy espacio público y generan alianzas con políticos y actores sociales enlodados en expedientes de corrupción multimillonarios.

Si reconocemos la manera en que manipularon al pueblo para hundir la democracia y el desarrollo social en 1963, tontos deben ser si repiten la historia, porque deberán responder por la vida del pueblo más pobre, las niñas y adolescentes en situación de riesgo, los enfermos y desempleados, los ancianos y los jóvenes sin esperanza. No todos somos ciegos, ni manipulables.