Juventud verde, homenaje a los héroes de abril

Juventud verde, homenaje a los héroes de abril

Juventud verde, homenaje a los héroes de abril

La juventud es una categoría social que por lo general una gran parte de ella ha sido sensible a los problemas sociales. Así fue, por ejemplo, en los años inmediatos al descabezamiento en el país de la tiranía trujillista en 1961.

En esa coyuntura se inicia un proceso de desbordantes movilizaciones que verá incorporar a la juventud en agrupaciones políticas, sindicatos, clubes culturales, y en la Federación de Estudiantes Dominicanos (FED), fundada el 13 de julio de 1961, y denominada así porque inicialmente fue concebida para luchar por objetivos de la enseñanza universitaria y secundaria.

Después de la intervención militar norteamericana, que sobrevino al patriótico estallido de abril del año de 1965 y luego de los fatídicos 12 años de Balaguer, se operaron grandes cambios en la conducta de la juventud dominicana. Estos cambios no fueron casuales, fueron inducidos.

Los cambios ideológicos y en la práctica de gran parte de ese conglomerado nacional se profundizaron con las transformaciones experimentadas por la sociedad dominicana, las cuales abarcaron un amplio proceso migratorio y de urbanización, un gran crecimiento poblacional, la incorporación de nuevas tecnologías, una gran multiplicación de los medios masivos de difusión, un marcado crecimiento de las comunicaciones nacionales e internacionales, así como una alta incidencia del turismo y de las visitas de dominicanos al exterior.

Todas las modificaciones antes referidas, junto a las incontables alteraciones que se dieron y se siguen dando en el campo de los valores, dieron lugar a que buena parte de nuestra juventud cambiara respecto a su tradicional comportamiento de entrega en favor de las mejores causas nacionales.

De una actitud de participación, muchos pasaron a una conducta de indiferencia, de “sálvese el que pueda”, de falta de solidaridad.

Dentro del plan de “imbecilización” que se acometió contra la juventud dominicana (y en gran parte de la juventud latinoamericana y caribeña) se promovió una cultura del consumo y del “goce”, retroalimentada por la llamada canción y música urbana cuya expresión dominante se caracteriza por la superficialidad, el alarde de poder, el irrespeto al sexo femenino, la subestimación del esfuerzo y el trabajo y la ausencia de cualquier crítica a los males de la sociedad.

Todo lo anterior se da en un contexto en que figuras de autoridad y altas instancias de dirección nacional dan los peores ejemplos en el orden de la ética y la moral.

Basta con imaginar el efecto que sobre muchos jóvenes tiene el que una considerable cantidad de individuos experimenten un enriquecimiento meteórico no basado en méritos profesionales, académicos o de trabajo, sino por sus adscripciones al poder político reinante.

El año 2017 que transcurre ha pasado, sin embargo, a ser un punto de inflexión.

El pasado 22 de enero fue testigo de la primera “marcha verde”, la mayor movilización social dominicana, sólo superada por la movilización que supuso la guerra patria de 1965.

En esa marcha y en el Movimiento Verde los jóvenes y muchos adultos, tanto de clase media como de otras clases sociales, han ocupado una posición de primera fila.

Con este movimiento se abre un nuevo horizonte y una nueva conciencia. Es la conciencia de los deberes, de la responsabilidad que se articula a la de los derechos.

Con su lucha la juventud verde hace un homenaje a los héroes de abril del 65 y se constituye en una gran esperanza.

Si ella continúa como ha arrancado no cabe duda de que junto a los otros sectores participantes barrerá con la corrupción y los corruptos, obligando a que sean identificados y condenados.



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