Indignados en Wall Street

Indignados en Wall Street

Indignados en Wall Street

“Las Manifestaciones en Wall Street reflejan la frustración del pueblo”    

Barack Obama, Presidente de EEUU

Wall Street, epicentro simbólico del poderío financiero de los Estados Unidos, lugar donde se hacen miles de transacciones diariamente que influyen de manera preponderante en las finanzas mundiales, al tiempo que concurren los principales bancos e instituciones financieras de todo el mundo. Esta calle acaparó la atención internacional con el descalabro de Lehman Brothers en el año 2008, iniciándose la mayor crisis financiera desde el crack de 1929.

Aún con las heridas abiertas y el paciente en estado comatoso, Wall Street vuelve a las portadas de los principales diarios de todo el mundo. Esta vez los protagonistas no son los banqueros con sus fraudes millonarios, sino el ciudadano de a pie, el verdadero perdedor de tantos años de verbenas por parte del sector más poderoso del motor económico mundial.

Los indignados han tomado Wall Street desde el 17 de septiembre, siguiendo la misma línea de sus antecesores en medio oriente y en España, siendo un grupo de manifestantes que están cansados de la difícil situación política y económica del país, que ha arrastrado al 15% de los estadounidenses, o sea, casi cincuenta millones de personas, a vivir debajo del índice de pobreza.

En este mundo globalizado las redes sociales juegan un papel protagónico en toda movilización de personas. El Facebook y especialmente el twitter, bajo el  hashtag #occupyWallStreet, han logrado movilizar centenares de personas para hacer valer su derecho de libre expresión del pensamiento. El frio, la lluvia y los centenares de arrestos por parte de la represiva policía neoyorquina, no han logrado apaciguar el sentimiento de los indignados.

Y no es para menos. La tasa de desempleo de Estados Unidos ronda el diez por ciento, y de ese porcentaje, el 45% entre los 14 millones de desempleados esta sin trabajo desde hace medio año. Después de agotar distintas herramientas monetarias para hacer frente a la crisis, como son la reducción del tipo de interés para reanimar la inversión, así como el enfoque keynesiano de inyectar miles de millones de dólares a la economía, han decidido seguir intentando artimañas para mantener la economía operativa, sin ningún resultado aparente hasta el momento.

Esta ola de indignados podría acertarle un duro golpe a los deseos reeleccionistas del presidente demócrata Barack Obama, recordando que los jóvenes fueron un instrumento fundamental para su triunfo electoral, poniéndolo en jaque ante las elecciones presidenciales del próximo año, donde hasta la fecha no se sabe con certeza en qué podría deparar.

Incluso la famosa escultura del toro de Wall Street, que es símbolo del optimismo, agresividad y prosperidad financiera ha tenido que ser escoltada por oficiales de la policía neoyorquina para evitar que le provocaran daños; sus patas delanteras encorvadas y su cabeza levemente inclinada como si estuviese a punto de embestir, no han sido suficiente para detener el espadazo de gracia propinado por el torero de la indignación.

Luego de casi un mes del inicio de esta cruzada, los indignados neoyorquinos visitan la casa de los más ricos de la ciudad, aquellos que forman parte del 1% de la población que posee el 40% de la riqueza del país, y que gracias al establishment norteamericano, son los más protegidos de todo el sistema federal. El desfile fue desde Central Park hasta la emblemática Park Avenue, deteniéndose delante de lujosos edificios con consignas alusivas a mayores pagos de impuestos para palear la difícil situación económica.       

La codicia y la inmoralidad de sectores de poder han hecho mella en la paciencia de la población.  La ciudadanía de medio oriente, España y ahora los de Nueva York han dicho que ya esta bueno de socializar las pérdidas y privatizar las ganancias, y que mejor sitio que el corazón financiero del país: Wall Street; donde se cocieron complejos instrumentos financieros, pobremente valorados por calificadoras de riesgo que se hicieron de la vista gorda para ganarse jugosas comisiones a expensas de poner en juego miles de millones de dólares de los agentes económicos.   

 



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