Solo hay que hacer un simple recorrido por cualesquiera de las regiones de nuestro territorio para darse cuenta de los efectos de una sequía que, salvo pequeños períodos de lluvias, se ha prolongado por casi tres años.

Los ciclos de lluvias se han visto afectados como consecuencia de los efectos del cambio climático. Nuestra isla, lo indican todos los estudios, es de los territorios más vulnerables a este fenómeno.

Nuestro aporte a los gases de efecto invernadero que producen este fenómeno es relativamente insignificante, por lo tanto es poco también lo que de manera individual podemos hacer como país para contener el cambio climático.

Los productores agropecuarios tienen la obligación de redifinir sus períodos de siembras y cosechas, revaluar los productos a cultivar y hasta las técnicas para poner la tierra a producir.

Estamos pagando el precio del desarrollo de las grandes potencias económicas, con Estados Unidos y Europa a la cabeza.

China se resiste a ponerse restricciones que sus competidores en el tablero mundial no se impusieron en el pasado.

A países como República Dominicana solo les queda gritar, exigir reparaciones y que se adopten las medidas para revertir el fenómeno.

Además de la producción agropecuaria, se verá afectado el turismo por la reducción de playas con el aumento del nivel del mar.

Y como si no fuera suficiente, nuestras planicies y montañas son focos permanentes de incendios forestales por lo reseca que está la vegetación como consecuencia de la sequía.

Esos fuegos que nos asustan son otros de los daños del cambio climático.