Imprudencia corporativa

Imprudencia corporativa

Imprudencia corporativa

Las personalidades que con las riendas de sus negocios ejercen el decanato empresarial en el país, han alcanzado el éxito porque –además de ser hábiles empresarios- tienen tacto político, sentido común y prudencia en su relación con el poder.

Esto debería ser referencia para ciertos entes de la nueva generación del liderazgo empresarial, a veces emotivos, avasallantes y contestarios defendiendo intereses en los que no guardan las formas.

En estos días el Poder Ejecutivo promulgó el Reglamento para la aplicación del Título IV del Impuesto Selectivo al Consumo (ISC), que previamente estuvo bajo discusión y consulta por más de un año.

Un “núcleo industrial del mando medio” ha querido deshacer el decreto y comenzó un cabildeo en despachos del Palacio Nacional para esos fines, ignorando y pasando por encima a la DGII, que es “la dueña” del reglamento.

La gran sorpresa fue que, en una cita lograda por el núcleo en la Casa de Gobierno se apareció inesperadamente el titular de la DGII y como el dragón de Daenerys lanzó fuego poniendo a cada quien en su sitio.

Todavía resuena el eco de la reprimenda y han corrido lágrimas por el nerviosismo corporativo a causa de una imprudencia innecesaria.



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