La sociedad dominicana vive un momento de desintegración y desaparición de algunas instituciones que durante décadas mantuvieron un peso específico en sus respectivas áreas.

Las causas han sido múltiples, pero ese deterioro viene pasando prácticamente desapercibido, parecería que a nadie, o a casi nadie, le importa, bajo la óptica de que cada día desempeñan un papel casi intrascendente para la mayoría.

Por esa causa, entidades sindicales, políticas, culturales y deportivas que otrora recibían una gran atención y respaldo de todo el conglomerado, al paso del tiempo se han convertido en verdaderas entelequias. ¡Qué barbaridad!

Se pueden contar por docenas las entidades que hoy languidecen en todo el territorio nacional, producto de la dejadez y la falta de liderazgos.

Ante la penosa realidad es necesario hacer una especie de cruzada, con el único objetivo de retomar la antorcha, para que no desaparezcan ante los propios ojos de todos por desidia y falta de interés.

Este país no puede darse el lujo de que el trabajo y el sacrificio de años se eche por la borda, sin siquiera advertirlo. Eso hay que evitarlo a toda costa.