¿Hasta cuándo durará el milagro Chino?

¿Hasta cuándo durará el milagro Chino?

¿Hasta cuándo durará el milagro Chino?

Hace algunas décadas se auguraba que Japón iba ser el motor económico mundial; luego del estancamiento económico en los noventa y el vertiginoso crecimiento de sus vecinos chinos, los primeros han sido depuestos del ranking económico, relegados a un tercer o posible cuarto lugar.

En los últimos años los expertos han pronosticado otro augurio: el ascenso de China al trono económico mundial; pero en el corto plazo este trono permanecerá en manos de Estados Unidos y de sus ciudadanos-consumistas que son el motor de la economía mundial, aportando cerca de 15 trillones al año a pesar de la crisis actual.

China ha tenido un crecimiento promedio en las últimas tres décadas de un 10%, sin embargo 600 millones de chinos permanecen por debajo de la línea de la extrema pobreza, con bajos salarios, ausencia de seguridad social y eso sí, altas tasas de ahorro. El auge de la economía de este gigante asiático se ha basado entre otras cosas, en las exportaciones y no en consumo privado como su par norteamericano, donde representa cerca del 70% del Producto Interno Bruto frente al 36% del PIB Chino, indicando que la economía asiática produce mucho y gasta poco; este exceso de producción barata es adquirida por los Norteamericanos y los ciudadanos de otros países incluyendo el nuestro, el cual está inundado de todo tipo de productos chinos.

En aras de igualar las reglas de competencia entre países, la comunidad internacional había exigido a China que apreciase su moneda, por lo que hizo un esfuerzo por complacer las presiones externas. Aunque lógicamente no podían dejar flotar su moneda porque miles de empresas compiten gracias a una subvaluación monetaria y en ausencia de ésta, con mayores costes y salarios, perderían competitividad, lo que podría llevar al estancamiento económico del gigante asiático y derrumbaría este crecimiento que ha estimulado una burbuja inmobiliaria; de ahí que en China ya tengan modernísimas ciudades “fantasmas” y trenes de alta velocidad sin pasajeros.

Pero no creamos que este constante crecimiento chino del 10% anual en las últimas décadas, se ha redistribuido de manera idónea en sus 1.300 millones de habitantes. Todo lo contrario, el control económico está en 590.000 habitantes, que representan menos del 0,05% de la población, controlando más de 2.700 millones de dólares, provocando malestar en el resto de la sociedad.

Una de las lecciones aprendidas en la crisis crediticia iniciada a finales del 2008, es la facilidad con que vuelan los capitales de un país a otro, provocando una profundización de la crisis en el país en cuestión. Y aunque en China la cuenta de capitales está cerrada, por lo que es ilegal la salida y entrada de capitales; para las élites chinas es relativamente sencillo evadir los controles gubernamentales, pudiendo fugar capitales utilizando empresas y el uso de contactos. Esta posible fuga de capitales, es otro de los temores ante el posible estallido producto del descontento colectivo, dada la concentración de riquezas en la minúscula élite china.

Este coloso oriental ha servido en los últimos tiempos para financiar los continuos déficits de sus pares norteamericanos, a través de miles de millones en deuda americana en su haber. Lo que debemos tener claro es que tarde o temprano todas las burbujas estallan y en china hace tiempo está superinflada, tanto por el sector inmobiliario como por el financiamiento riesgoso de los bancos. Este efecto tendrá un impacto demoledor sobre la economía global pues se trata de la segunda locomotora. Pero, ¿Hasta cuándo se mantendrá este “milagro económico” basado en una moneda débil, bajos salarios y el detonante social de 600 millones de chinos por debajo de la línea de la extrema pobreza? ¿Habrá un estallido social como ha estado pasando en oriente medio?

 



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