El 12 de enero próximo el Congreso de Haití cesa en sus funciones, sin que las autoridades hayan podido realizar las elecciones para escoger a los nuevos congresistas.

A partir de ese momento el presidente Michel Martelly tendrá que gobernar por decreto, lo cual tiene grandes implicaciones institucionales si se tiene en cuenta que Haití tiene un sistema de gobierno “parlamentario”.

Eso quiere decir que el Primer Ministro y su gabinete deben dar cuentas al Congreso, por lo que al cesar esta instancia del Estado queda una especie de vacío.
Actualmente la oposición desarrolla intensas y frecuentes jornadas de protestas violentas reclamando la renuncia de Martelly, que parece no contar con el respaldo político necesario para mantener la estabilidad. La base de sustentación del mandatario es casi exclusivamente la Minustah, y lo que ella representa por ser una fuerza militar de la ONU.

Durante todo el fin de semana se registraron manifestaciones violentas en municipios fronterizos haitianos, llegándose a producir, como consecuencia de ello, ataques contra el consulado dominicano en Juana Méndez.

La inestabilidad política vuelve a asomar su cabeza en la vecina nación y eso tiene grandes repercusiones negativas en la República Dominicana.

Por lo tanto, el país debe estar preparado y tomar medidas de previsión.

Se requiere un reclamo enérgico a la comunidad internacional para que acompañe a las autoridades haitianas a salir bien librada de este trance.

Y se hace mandatorio tomar cuantas medidas sean necesarias para controlar de manera eficaz la frontera y detener así la desbordada ola de migraciones ilegales hacia territorio dominicano que se está produciendo.

La situación política en Haití puede explotar en cualquier momento y hay que estar prevenidos.