Gremialismo en Quiebra

Gremialismo en Quiebra

Gremialismo en Quiebra

Ya nadie se sorprende de que el Presidente del Senado de la República, que al propio tiempo es Secretario General del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), llame a su despacho y en una rueda de prensa dé instrucciones para que sus afiliados y simpatizantes que participaran en las elecciones de la Directiva del Colegio de Abogado de República Dominicana (CARD) voten masivamente  a favor del candidato que apoya y sostiene el PLD, como su candidato propio.

Esta insólita actitud contrasta gravemente con la adoptada por el Profesor Juan Bosch, fundador e ideólogo del partido de la estrella amarilla, quien también fuera ideólogo y fundador del Partido Revolucionario Dominicana (PRD), en un tiempo donde la mística y la honestidad política por la democracia era otra cosa.

En aquel entonces, frente a una situación similar, donde un aspirante a la presidencia del la Asociación Dominicana de Abogados (ADOMA) se presentaba como el candidato del PRD y proclamaba que tenía la anuencia del Profesor Bosch, Presidente de ese partido, tuvimos la ocasión de visitarlo y plantearle la situación que se presentaba y que afectaba la independencia del gremio de abogados, que desde nuestra concepción debería preservarse como un gremio interesado en  cuestiones que interesen social y profesionalmente a sus miembros y a los abogados en su dicha calidad, al margen de su militancia partidista o de los intereses políticos de su partido.

El profesor Bosch, luego de escucharnos atentamente, nos explicó que un partido político no tiene nada que buscar en un gremio de profesionales. Que esos eran asuntos gremialistas propios de cada asociación y no de los partidos políticos. Que él desautorizaba cualquier declaración que involucrara al PRD o a su persona y que quedábamos autorizados a difundir su declaración.

Ya nadie aparece ni parece, en  el PRD ni en el PLD, recordar y respetar el pensamiento político del, por antonomasia, líder originario de ambos partidos.

Ambos  se han mezclado en una especie de conspiración contra la institucionalidad y el fortalecimiento de los valores de la democracia que debilitan con su padrinazgo clientelar. Todos bailan  un son  donde las parejas bailan tan pegado que se confunden, al ritmo de una música de mal gusto, estridente y bochornosa, que algunos llaman corrupción. 



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