Gobierno y oposición

Gobierno y oposición

Gobierno y oposición

A partir de la segunda mitad del siglo XX, la política dominicana fue premiada con un liderazgo que trascendió la isla para convertirse en parte importante del escenario internacional y ser tomada como referente de lucha democrática y de confrontación sabia y decidida.

Especialmente después de la caída de la dictadura surgieron en el escenario nacional figuras como Juan Bosch, Joaquín, Balaguer, Viriato Fiallo, José Francisco Peña Gómez, Jacobo Majluta, Antonio Guzmán y Salvador Jorge Blanco, quienes hasta el ocaso del pasado siglo dominaron los escenarios criollos, además del liderazgo de izquierda encarnado por Jorge Soriano (El Men), Narciso Isa Conde y otros dirigentes cuyo crecimiento no fue muy marcado, pero sus acciones bien recordadas.

El siglo XXI, nacido con la promesa de cambios sustanciales en lo tecnológico, en las políticas públicas a partir de programas de salud, vivienda, educación y alimentación, se ha visto frustrado por los pocos avances alcanzados en ese sentido, tanto por las gestiones del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), actualmente en el poder, como del Revolucionario Dominicano (PRD).

Esta centuria inició con Hipólito Mejía, relevado por Leonel Fernández, quien había cerrado el pasado, y Danilo Medina, quien gobierna ahora y aspira a continuar.

Estas tres últimas gestiones se han caracterizado por la falta de una oposición constructiva y carismática, sobre todo, porque los partidos que no han sido absorbidos por el oficialismo se han convertido sólo en respondones y carentes de propuestas programáticas que puedan levantar al país del actual estado de caos y de desobediencia social en que se encuentra y, menos aún, enfrentar las debilidades que en términos económicos y sociales nos agobian.

La falta de un liderazgo real y capaz de un ejercicio político acorde con los intereses de la nación nos mantiene anquilosados y sin esperanzas de un relevo que pueda producir esos cambios que esperamos.

En materia de salud y educación hemos alcanzado poco, solo aulas y edificios hospitalarios, grandes presupuestos y pocos resultados. Si usted no lo cree, piense en el crecimiento del número de universidades y colegios privados, así como de clínicas, consultorios, las ARS y las AFP. Ahí está el gran negocio a costa del Estado.

Y ni hablar del déficit alimentario, las obras de relumbrón y los proyectos de viviendas para el clientelismo político. La salud y la instrucción pública no han prosperado.

El discurso de la oposición es tan débil como el oficial, sólo de confrontación de lo bueno y lo malo de los gobiernos que hemos tenido en este bendito siglo, pero no ha surgido uno capaz de pensar en el país y tomar en sus manos la defensa de los intereses nacionales, los valores morales y de la identidad.

Y como sabemos que no es alcanzable, el próximo 15 de mayo no hay cambio que esperar. Que Dios nos guíe.



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