Gabo-mito

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Dunia De Windt

Escribir del legado y obras del colombiano universal García Márquez es complicado en este breve espacio. Un autor ilustre como tantos otros que marcan y enseñan el bonito oficio de escribir y que con sus narraciones pueblan la memoria del colectivo que los lee. 

Hace ya un tiempo prudente que sus admiradores sabíamos que sufría Alzheimer desde hacía varios años, esa memoria que tanto le dio decidió jugarle una mala pasada.

Con todo y eso, nos complacía saber que aún continuaba entre nosotros en su casa de México, lleno de vida y contradicción en que ya no iba a escribir más y en sus puntuales declaraciones a la prensa.

La última vez que lo vimos fue en una fotografía que publicaron los medios de comunicación el pasado mes de marzo por su natalicio. Exactamente el jueves santo le venció una enfermedad contra la que había batallado en distintas ocasiones..

Al segundo de su deceso, donde días antes frente a la puerta de su casa se habían apostado periodistas de distintas procedencias, la noticia corrió, llegaron más medios a la casa y esos mismos medios de comunicación de todo el mundo encuadraron a grandes espacios la noticia de su fallecimiento, dando cabida a artículos de opinión de otros intelectuales referente a su persona, vida, obra, crónicas de sus libros, recuerdos, memorias y un sinfín de fotografías de su largo recorrido.

Colombiano-mexicano desde hacía muchos años, en ambos países los honores no faltaron y en toda Latinoamérica su recuerdo es imborrable. Se podrían decir muchas cosas de García Márquez y otros también dirían aún más sobre su amistad con uno de los líderes más controversiales del continente, Fidel Castro.

Una relación que muchas veces ayudó a liberar ciertos presos políticos en Cuba pero que también le granjeó críticos severos.

La familia García Márquez decidió incinerar a su patriarca. Aunque no haya un panteón o cripta donde ir a venerarlo, su obra y su legado son imperecederos, convirtiéndolo en uno de los más prolíficos escritores del siglo XX.

Ganador del Nobel de Literatura en 1982, marcó su figura como escritor de talla mundial y su discurso de agradecimiento fue un grito latinoamericano de un continente sediento de personajes e historias como las narraba.

Creador del llamado “realismo mágico” a lo que muchos achacaron el éxito de sus historias, sin imaginarse talvez que más que mágico, lo descrito en sus libros es la pura realidad de nuestro mundo, de ese Macondo en cada esquina latinoamericana. También sus reportajes fueron reveladores.

Gabo, deja una novela inédita totalmente finalizada, que no publicó en vida al mantener dudas acerca de su final y sobrevenirle su enfermedad. Su familia había decidido que “En agosto nos vemos” (título inicial) se publicará póstumamente.

García Márquez nos dejó físicamente un jueves santo al igual que el entrañable y místico personaje Úrsula Iguarán en “Cien Años de Soledad”, hecho supersticioso o no, el genio se ha elevado y sus obras quedan entre nosotros. Releerlas es nuestra misión, esas historias no mueren y su ejemplo en la literatura y el periodismo es inigualable.



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