Festival de las mil polleras, un desfile colorido

Festival de las mil polleras, un desfile colorido

Festival de las mil polleras, un desfile colorido

Si Ernest Hemingway hubiera sido más amante de las correrías de tierra firme y no de aguas de golfo quizás se hubiera enamorado del Festival de las Mil Polleras, un desfile colorido de herencia colonial española en el istmo.

Este arcoíris de hermosos vestidos típicos engalanan los sonrientes rostros de la mujer panameña, sobre todo de aquella interiorana que abraza la música y el grito campesino en lo más profundo de su corazón.

A este rincón llamado Las Tablas vienen cada año de todas las laderas de Panamá y los recodos del mundo a compartir la sana fiesta y ver el colorido de las polleras, vestidos que pueden costar hasta 4 mil dólares o provenir de varias generaciones de familias.

Niños, jóvenes, mayores y abuelos se dan cita en la avenida más central del remoto Las Tablas para disfrutar el desfile de más de 200 carrozas, tiradas por bueyes, y comparsas al ritmo de la murga y el tamborito panameño, entre otros de sus ritmos.

En toda la tarde y noche del día del desfile, la alegría del panameño se muestra en sus calles calurosas, hasta culminar en las esquinas del pueblo, bajo los balcones típicos y en los parques llenos de historias.

Para llegar a Las Tablas, unas 4 horas desde la capital de Panamá, en autobús o carro.

Hay que salir temprano, pues los tranques (tapones) pueden ser usuales en la carretera Panamericana, aquella que toma el hilo del continente en las fronteras de varios países.

Como turista desde República Dominicana se conecta a través de varias aerolíneas comerciales diariamente y con varias frecuencias al día.



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