Los dominicanos han convertido a la Feria Internacional del Libro en uno de los principales eventos populares del país, que de paso ha servido para estrechar vínculos de hermandad con naciones amigas.
Ayer se inauguró la versión XVI de ese magno evento cultural, esta vez dedicado a Ecuador, gesto que ha sido distinguido con una visita del presidente de ese país, Rafael Correa.
En los últimos años hemos visto el fenómeno de que más personas asisten a la Feria del Libro, pero no ha aumentado así la compra de libros. La primacía comercial se lo llevan los alimentos, chucherías y bebidas refrescantes.
Este fenómeno tiene su explicación en que cada vez los jóvenes están más alejados de la lectura, la vocación a profundizar el conocimiento se ha reducido, la escuela no induce a deleitar el placer de devorar un buen libro.
Los famosos círculos de lecturas que reunían a jóvenes estudiantes han desaparecido. La sociedad parece privilegiar lo superficial.
Esta XVI Feria Internacional del Libro no está precedida de las acostumbradas intensas campañas de promoción que caracterizaban las versiones anteriores, pero sí está matizada por el mismo compromiso de promover la cultura.
El ministro de Cultura, José Antonio Rodríguez, tiene bajo su responsabilidad dirigir a un equipo de hombres y mujeres que han hecho quizás más de lo que les toca para montar un hermoso evento, con atractivos culturales variados.
Toca ahora a todo el país acudir en masa a las instalaciones de la Plaza de la Cultura a disfrutar de esta fiesta cultural del más alto nivel, comparada con las más importantes de países mucho más desarrollados que el nuestro.
