Ezequiel

Ezequiel

Ezequiel

¿Qué pasa por la cabeza de un padre frente al cadáver de su hijo de 25 años con dos tiros en la cabeza sobre un pavimento ensangrentado? Así fue hallado el pasado viernes, por su progenitor, Ezequiel Minaya, un joven ingeniero nacido en 1988.

¿Por qué lo asesinaron? Dos ratas de alcantarillas, provenientes (es seguro) de hogares fallidos, hijos de la exclusión social, arquitectura del rentismo, la impunidad, la exhibición de riqueza fácil y el desempleo, querían su reloj y otras prendas. ¿Eso vale la vida en este país? ¿Unas jodidas prendas, carajo? 14 de junio no es un día para tanta cobardía.

Volvamos al padre. Desencajado, quizás, viaja al pasado muy reciente y recuerda cuando nació el bebé. La primera compra de pañales y leche.

Las noches vitales de una criaturita poblando el ambiente con su llanto. La madre lactando en silencio. Las visitas al pediatra, el susto ante la primera gripe o alguna alergia inesperada.

Recupera en la memoria  ese día en que balbuceó algo parecido a papá o cuando dio los pasitos primigenios que hoy le condujeron hacia la emboscada de una muerte violenta y despiadada.

Como relámpagos encadenados, en la cabeza del padre se suceden múltiples momentos: la primera vez en la escuela, la graduación de bachiller, el ingreso a la universidad, la coronación de un esfuerzo con el título de ingeniero y la obtención de un anillo que es hoy cosecha de manos criminales.

En ese infausto momento se reconstruye una historia de sacrificios. Criar un hijo sano (físicamente y en valores) es un esfuerzo titánico que demanda dedicación, método, energía y recursos materiales. Los padres responsables dejamos las suelas en el pavimento para formar entes que mejoren la sociedad.

Frustración, oquedad, rabia, desesperanza, impotencia.

Es como llegar al valle del ajenjo. No hay otra sensación. El joven fue abatido en un escenario de trabajo. Dirigía la remodelación de una ferretería. No le conocí, pero me duele tanto. Insisto: llegar con vida cada día a la casa es en este país un verdadero milagro.



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